Cultura

El (mi) teclado

De sobras sé que no es ésta la sección de Anuncios Gratuitos del periódico, y que en realidad debería dedicarme a “hacer mi trabajo” en estos Días Felices sujetos al apartado de Cultura. Sin embargo queridas personas, obviando su consentimiento, me temo que no voy a tener más remedio que hablarles del teclado de mi computadora. Ese teclado que ahora descansa a mis pies y sobre el que de tanto en tanto dejo caer mi mirada. Se trata de un teclado muy especial y, aunque no lo crean, muchas de ustedes habrán golpeado con los dedos sobre sus teclas. Se trata del periférico que IBM “regaló” junto a los primeros ordenadores de Infoville (Oh, Invofille, vanguardia de la comunicación).
Es un teclado rústico, pesado, sin teclas complementarias para acceder al correo, al volumen, ni a cualquier otra opción. Se asemeja a una máquina de escribir, diría incluso que su tacto podría situarlo entre una Olivetti y cualquiera de las máquinas eléctricas previas a la era informática (torpes mastodontes, por otro lado). Mi teclado, ese IBM, ha dejado de funcionar a las 23:12 horas del lunes 25 de febrero de 2013. Ha muerto, diría si al menos lo hubiera visto hacer sus necesidades fisiológicas. Mi teclado ha dejado de funcionar. No completamente. Solo las teclas correspondientes a las letras T, G y B. Esas letras desaparecieron a media columna. Y aunque, se lo aseguro, intenté continuar con la escritura prescindiendo de estos caracteres –con la idea de corregirlos al día siguiente, bien yo bien el Sire Corrector–, la fatalidad o la lógica técnica quiso que también la barra espaciadora dejase de funcionar. Fatalidad, nunca mejor dicho. Porque tampoco el Genius que guardaba en el trastero quiso ponerse en marcha, y aunque ahora les escribo desde el Netway de Ada (mil gracias Jay), mis dedos se comportan como los pies de quien jamás se ha calzado unos patines. Peor todavía, porque de tanto en tanto he de quitarme los auriculares para comprobar el sonido de las teclas y saber así que sigo escribiendo.

Es por eso, repito, que aún a sabiendas de que esta no es la sección de Anuncios Gratuitos, me gustaría solicitar a quien guarde uno de esos viejos teclados IBM lleno de polvo, que se pusiera en contacto con el periódico e hiciera la oferta más cercana a cero para su venta. Si sirve de ayuda para motivar la compasión les contaré una anécdota: hace seis meses, durante las celebradas lluvias, una gotera llenó mi teclado como un vaso de agua, y sin embargo tras vaciarlo, con paciencia y con miles de palabras malsonantes, conseguí recuperarlo. Ahora solo espero que un teclado similar pueda liberarme de este tacto blando y futurista, de estos caracteres blancos, de estos miles de botones que jamás utilizaré. Y dicho esto ahí van mis disculpas y mi agradecimiento por su paciencia, la de ustedes.

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