El nacimiento de un niño pobre
Ojalá la venida del niño pobre que celebramos estos días nos haga preocuparnos y ocuparnos para que no haya niños pobres, niños sin niñez, niños sin infancia
Que mi mundo, el mundo en el que vivo, no es TODO el mundo, se me olvida con frecuencia. Para evitar mi ensimismamiento ciego y egoísta lo tengo que espolear con información, con lecturas. Luchando contra mis acomodos. Contra mi situación, al cabo privilegiada. Información y lecturas que me muestren la realidad del mundo que no veo.
La cita es vieja, de la Navidad de 2008; pero la traigo para que me haga presente el presente que no aprecio. La cita es de David Torres, de su columna A diestra y siniestra, publicada en EL MUNDO bajo el título "Oliver Twist"; y brama: En Navidad conmemoramos, mediante el alcoholismo y la glotonería, el nacimiento de un niño pobre en una época en la que la niñez no era más que una enfermedad mortal. Hoy la inmensa mayoría de los niños del mundo no saben que lo son: están muy ocupados trabajando en los abismos industriales de África, Asia y Sudamérica, fabricando juguetes en vez de jugar con ellos. La infancia no ha llegado a sus hogares a la misma hora que marcaba el reloj de Oliver Twist. Claro que siempre habrá unos cuantos científicos ingenuos capaces de creer en el milagro que dicta un pedazo de papel donde reza made in China.
Lo del reloj de Oliver Twist que dice Torres lo dice porque en una comida entre amigos el escritor Rafael Reig le dijo: antes de Dickens, la infancia no existía. Y es evidente que la infancia todavía no existe para muchos niños.
Ojalá la venida del niño pobre que en estos días celebramos nos haga preocuparnos y ocuparnos para que no haya niños pobres, niños sin niñez, niños sin infancia. Porque un mundo con niños niños, tan sencillo, será un mundo mejor. ¡Feliz Navidad!