El nerviosismo del señor alcalde
Que gobernar no debe ser fácil es algo que suponemos todos. Como sabemos que en ocasiones la política te pone entre la espada y la pared, entre la complicidad con tus ideas o tus socios y el sentir de una parte importante de tu pueblo. Y que Francisco Javier Esquembre ha sabido salir airoso de estas encrucijadas, también. Al menos hasta ahora.
No obstante, veo últimamente muy nervioso al señor alcalde, algo que se pone de manifiesto con unas salidas de tono a las que, por fortuna, no nos tenía acostumbrados hasta ahora. Más bien al contrario, si algo ha caracterizado a Esquembre es su buen talante, una cercanía y una disponibilidad para aceptar críticas y/o sugerencias que siempre ha sido muy de agradecer.
Sin embargo, algo parece estar cambiando. Independientemente de sus descalificaciones rozando lo personal ante cualquier crítica, más o menos acertada, del PSOE, Esquembre ha cogido últimamente la senda del conmigo o contra mí, atacando directamente a quienes osamos cuestionar algunas de sus posturas o decisiones.
Me pasó a mí mismo ayer, cuando se me ocurrió preguntarle cuántos trabajadores municipales habían secundado el paro de media hora con motivo del 8 de Marzo. Tras no poder darme una cifra, porque nadie en el ayuntamiento controló tal circunstancia, impulsada desde la propia Alcaldía, pregunté si esa media hora se iba a descontar de nóminas y cotizaciones, al igual que sucede cuando se ejerce el legítimo derecho a la huelga. La respuesta fue que no, que no era una huelga, sino un paro simbólico, lo cual me parece estupendo, pero X horas de trabajo perdidas, multiplicadas por miles de ayuntamientos, colegios, hospitales y demás servicios públicos, suman decenas de millones euros, miles de millones de pesetas, un dinero que podía haber sido destinado, por ejemplo, a ayudar a las víctimas de la violencia machista. Incomodado por mis preguntas, Esquembre me dejó de piedra preguntándome, delante de muchas personas, si es que estoy a favor de la violencia de género.
Más grave, con todo, me parece el último episodio, enmarcado en el debate sobre el polémico decreto lingüístico de la Generalitat y sus consecuencias para Villena. Desde el Facebook de la asociación de madres y padres de alumnos del colegio Ruperto Chapí se escribía lo siguiente: Nuestro ayuntamiento no hará nada debido a que apoyan a Compromís, los precursores de quitarnos nuestros derechos, una frase no muy acertada, pero que ha cosechado una respuesta aún más preocupante del señor Esquembre, que entre otras cosas se ha preguntado, también públicamente, si el Ampa prefiere apoyar la corrupción y los recortes educativos del PP.
Si no te parece bien que no se descuente el dinero proporcional a quienes voluntariamente dejaron de trabajar media hora te conviertes en cómplice de la violencia de género; si no estás de acuerdo con un decreto que, según el propio alcalde, deja en desventaja a los villeneros, será duro para nuestros estudiantes y contiene agravios hacia los castellanoparlantes, prefieres apoyar la corrupción y los recortes del PP.
O conmigo o contra mí, sin medias tintas. Una postura sorprendente e inaudita en nuestro alcalde, a quien me permito aconsejarle que aproveche estos días de fiesta para relajarse y reflexionar, porque este no es el Esquembre que conocíamos, el alcalde al que respaldó mayoritariamente Villena.