Cartas al Director

El otro San Nicolás

Cierto es, no entiendo ni papa de cómo se le está dando tanto palique a un personaje tal como el llamado pequeño Nicolás. Si es verdad que el nota se ha codeado hasta con mancos deberíamos saber si por decir lo que otros quieren oír (los hay que no) éste cobra algo, cosa que no es de extrañar, el morro es el morro. ¡Ponme otra, para ver si ahora cojo algo del tema!
En vista de cada vez que el fenómeno abre la boca se vislumbra que a algunos en el cuello se le atisban dos bultos hueveros, posiblemente estemos ante alguien que dice la verdad o la maquilla de modo que tiemblan cimientos y se oye el dentellear de múltiples dentaduras. Si lo que asegura no es ninguna falacia estamos ante un problemón de Estado, pues si un G casi crío puede hacer lo que se supone que ha hecho, qué no harían todos los James Bonds del planeta.

Algunos citados por el niño niegan sistemáticamente (no les queda otro remedio) haber estado con él o simplemente conocerlo. Todo esto pretendiendo tomarnos por más gilis de lo ya somos, puesto que hay pruebas gráficas que así lo muestran. Si no miremos las fotos publicadas. No salimos mi Nancy y yo de milagro, fíjate tú.

Dice el chiquillo que si le ocurriese algo saldrían a la luz cosas que a más de uno le supondrían un recambio inmediato de calzoncillos debido al colorante nicotinero. Aunque, bien mirado, no estaría de más que por lo menos sacase a esa luz pública algo que demuestre que es cierto lo que afirma.

Y como yo, aunque sea pequeño, no estoy en el ajo, este que lo será hasta la eternidad se va dándose volteretas de la emoción que esto le proporciona. Lo dicho, espero que con el tema no subvencionen el papel higiénico dentro de las Cortes. Hasta más ver, pues. ¡Au!

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