El porqué de UPyD
Posiblemente no exista ese paraíso donde todos los ciudadanos percibamos que impera la justicia, ese planeta descontaminado de manejos y enrevesadas triquiñuelas elaboradas para eternizar un régimen en el que el primer objetivo es la creación de entornos favorables para eternizarse en el poder.
Seguro que los padres de nuestra Constitución intentaron impedir, basándose en todos los supuestos imaginables en aquel momento, que este país se convirtiera en la finca de unos pocos maestros de la connivencia que asumen la alternancia en el poder como el mal menor que va implícito a la profesión política.
Todas las adicciones, y el poder no iba ha ser una excepción, convierten al que las padece en un sujeto listo, que no inteligente, que ingenia todo tipo de estrategias muy originales para mantenerse a toda costa en su poltrona. Las amenazas entre los partidos mayoritarios sobre realización de auditorías, investigaciones y demás, suelen ser papel mojado, pues se desmaterializan cuando el amenazador detecta que cuatro años después puede convertirse en amenazado, con lo cual la advertencia sólo queda reflejada en las hemerotecas.
.La escasa influencia de la participación ciudadana en este sistema provoca que vivamos episodios dictatoriales de 48 meses, durante los cuales podemos vernos involucrados en una guerra, asistir al expolio de las arcas gubernamentales o ver cómo niñas menores de edad asistidas por una ley pueden llevar a cabo prácticas que sus tutores legales pueden aprobar o no.
Tras la pérdida de unas elecciones la preocupación de los llamados grandes partidos es que sus representantes tengan una suculenta compensación económica, lo que contribuye a relajar la labor opositora y consecuentemente facilita la gobernabilidad del territorio donde esto sucede.
La imperfección del sistema se evidencia con el paso del tiempo, y con el deterioro que cada mal gobernante deja a su paso, ejemplos como la manipulación de la justicia al imponer fiscalías, el control de los medios a través de leyes de prensa que permutan loas por amancebamiento o pactos contra natura, negociando aprobar en las sesiones parlamentarias determinados documentos, han ido dejando sus huellas y deteriorando la transparencia democrática.
Las diferencias entre ciudadanos de un país, que se evidencian en hechos tan palpables como el valor de un voto dependiendo del espacio geográfico en el que éste se emita, contradicen directamente las bonitas y amables palabras escritas en los primeros renglones de nuestra Constitución.
La amarga sensación de estar conviviendo con la injusticia, pero al tiempo la corazonada de que esto puede recuperarse, es lo que ha provocado que gente de diversas edades, mayoritariamente ajenas hasta ahora a la vida política, confluyan en un ilusionante proyecto, no exento de dificultad.
El rechazo al bipartidismo complaciente, la reafirmación de nuestra identidad nacional, la reivindicación de hablar en castellano como un derecho, respetando la libertad y las opciones de los demás, han mandado a las urnas de momento a casi medio millón de personas que, votando a UPyD, quieren recuperar el derecho de manifestar en voz alta y con orgullo SOY ESPAÑOL, y que al hacerlo no tenga porque ser tratado de extremista.
Estas pequeñas y evidentes cosas nos hacen ser un partido revolucionario, según el panorama político actual.
Fdo. Angel Giner Martínez. Responsable de Comunicación de UPyD Alto Vinalopó.