El primer eslabón de la cadena
El pasado día 25 se celebró el Día Internacional Contra la Violencia de Género, que es a mi parecer uno de los problemas mas importantes que actualmente hay en España, pues ha segado la vida de 58 mujeres en lo que va de año y ha llevado a los juzgados la denuncia de 28.711 victimas en el primer semestre del año. Pero estos datos son simplemente lo cuantificable en lo referente a esta lacra que inunda nuestra sociedad, ahí no aparece reflejada la cantidad de niños con infancias rotas, las cuales les pasaran factura el día de mañana (convirtiendo a 1 de cada 3 en maltratadores).
Si el hecho que lleva a un hombre a levantar la mano a su pareja es una reacción por acción de un pensamiento no correcto; si en muchos casos lleva esta reacción implícita importantes connotaciones educacionales y de vivencias tenidas en la infancia; si eso les lleva a creer que no son culpables pues la inmensa mayoría no se reconoce hacedor de un delito; si el 80% de ellos no están influenciados por consumo de alcohol ni drogas; si no hay una media de edad donde situarles ni un extracto social donde florezcan estas actitudes más claramente, y además los expertos aseguran que no estamos hablando de personas mentalmente enfermas en la mayoría de los casos
¿no debería ser la rehabilitación de estos individuos pieza clave para romper este circulo de violencia?
Seguramente habrá quien al leer esto estará pensando que no debe ser así, que todos los esfuerzo deben de ir destinados a ayudar a quienes en sus carnes lo padecen y yo también creo que todo esfuerzo es poco, pero el auxilio a las victimas es el eslabón final en la cadena de los golpes a las mujeres; el primero es una persona con un acusado trastorno cognitivo que le hace tener un sentido de la superioridad ligado a una necesidad de sentir sumisión desmedida por parte de su pareja.
La mayoría de los agresores son reincidentes, pues lo único que les separa de su victima son las órdenes de alejamiento que les imponen, pero su mente es la misma, sus ideas dañinas siguen hirviendo dentro de su cabeza, pero con el agravante de tener una peligrosa sensación de acorralamiento que le hace sentir un odio aún mayor hacia su pareja, bajo la peligrosa sensación de acorralamiento, de desplazamiento, con lo cual su comportamiento animal puede llegar a expresarse plenamente sin medir consecuencias ni hacia él ni hacia nadie. En definitiva sigue siendo alguien igual de dañino pero con un cerco judicial que le impone, no le impide, acercarse a su presa. Y que con toda seguridad, si ha podido llevar a cabo sus intenciones en esta ocasión, pues ha sido condenado o simplemente ha decidido desistir en este caso, habrá otro. La condena sin reeducación no sirve de nada; salvará a una, pero no ayudará a la próxima a no ser maltratada.
Creo sinceramente que para alcanzar resultados hay que atajar el problema desde su nacimiento. Sí a la condena, por supuesto, pero hay que destinar esfuerzos para que estos individuos se reinserten en nuestra sociedad. Si cada vez hay menos agresores habrá menos agredidas, y habrá menos niños educados así, y por lo tanto menos violentos potenciales, es la cuenta de la vieja.
Son muchas la CC.AA que disponen de centros especializados en ayuda y rehabilitación a maltratadotes. El paso más importante para llegar a ellos es reconocerse agresor; si es tu caso puedes llamar al teléfono de emergencias 112 o acudir a tu médico de familia. Ellos sabrán qué hacer.