Fiestas

El primer Santiago Matamoros de Villena, obra de Thomás Llorens hijo

Desde hace muchos años me he preguntado dónde iría a parar aquel Santiago Matamoros que culminaba el altar mayor de Santiago. Desde pequeño, aquella imagen a caballo presidió bodas, bautizos, comuniones, Fiestas de Moros y Cristianos y todos los acontecimientos religiosos que se celebraban en nuestra ciudad. Incluso llegué a pensar que aquella famosa pregunta, “¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?”, se hacía por la imagen que había en la iglesia del mismo nombre de nuestra ciudad.
Desde hace muchos años me he preguntado dónde iría a parar aquel Santiago Matamoros que culminaba el altar mayor de Santiago. Desde pequeño, aquella imagen a caballo presidió bodas, bautizos, comuniones, Fiestas de Moros y Cristianos y todos los acontecimientos religiosos que se celebraban en nuestra ciudad. Incluso llegué a pensar que aquella famosa pregunta, “¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?”, se hacía por la imagen que había en la iglesia del mismo nombre de nuestra ciudad.

Con el paso de tiempo desapareció del altar, supuse que a causa de alguna remodelación de la iglesia, y no volví a tener noticia de aquella talla de Santiago Matamoros a pesar de que en reiteradas ocasiones me venía a la memoria.

Con las obras de remodelación de la Sacristía de la Iglesia Arcedianal de Santiago volvió a aparecer en mi vida el Santiago a caballo que tantas preguntas me había provocado. Se encontraba en la Sala Capitular de la sacristía –es la imagen que preside la portada de nuestro Especial de este año, en una magnífica fotografía de Jerónimo Muñoz Ugeda– y se podía visitar.

También el año pasado, José Fernando Domene Verdú volvía a sorprenderme con los detalles, alguno desconocido para mí, de la figura que preside la Sala Capitular, gracias a su libro “El conjunto monumental gótico-renacentista de Villena”, cuyo pasaje referido a esta figura han podido conocer en el artículo anterior. Domene Verdú, entre otras cosas, se refiere al porqué de su retirada del altar: “se retiró del testero de la Iglesia después del Concilio Vaticano II porque se consideraba ofensiva hacia la religión musulmana”.

La escultura original
A principios de este año, comentando con mi amigo Paco Camarasa, en presencia del conocido pintor local Francisco Ugeda, la existencia de dicha escultura en Santiago y su realización por el escultor Navarro Santafé, Paco Ugeda me invitó a visitar su particular archivo-museo. Ya ante la presencia de documentos, libros, cuadros y detalles en cerámica y bronce, además de cientos de artilugios propios de la cultura villenense, Paco me puso al corriente de una historia que tenía que ver con esa escultura que tanto me había llamado la atención.

De su librería extrajo un libro, “Biografía pictórica valentina” o “Vida de los pintores, arquitectos, escultores y grabadores valencianos”, editado en 1967 por el ayuntamiento de Valencia y basado en una obra filológica del Dr. D. Marcos Antonio de Orellana –Abogado de los Reales Consejos y del Colegio de la Corte, Individuo de la Academia de la lengua Latina Matritense, Académico de la de los Fuertes de Roma y de la de San Fernando de Madrid–. En su página 388 se habla de Thomás Llorens padre, arquitecto, y de Thomás Llorens hijo, escultor.

Tallada en 1735
En este libro, después de una breve introducción, se narra que Thomás Llorens padre fue natural de Valencia y tuvo a su hijo en el año 1713. A continuación, el autor pasa a enumerar varias de las actividades y logros de Thomás Llorens padre. En la página siguiente, 389, ya se habla de las esculturas de Thomás Llorens hijo, repartidas por toda la geografía nacional, y en el último punto y aparte de esta página podemos leer: “es también escultura de dicho Llorens un Santiago a caballo con tres moros bajo, que está en la Iglesia de la ciudad de Villena, de tamaño poco menos del natural bien historiado, y lo hizo a la edad de 22 años”, es decir, en 1735.

Según José Fernando Domene, durante la guerra civil, en julio de 1936, se quemó el retablo de la Iglesia donde se encontraba el Santiago Matamoros realizado por Llorens. En 1948 se le encargó al escultor Navarro Santafé un nuevo retablo que fue retirado años después, al terminar el Concilio Vaticano II, porque dicha figura alegórica se consideraba ofensiva hacia la religión musulmana y, así, “la escultura ecuestre del apóstol Santiago (Santiago Matamoros) se retiró a la sala capitular, fuera de la vista del público, donde se puede contemplar actualmente”. Al suprimir el retablo que había sido realizado por Santafé, se le encargó al escultor Manuel Silvestre, en la década de los 60, una nueva escultura del apóstol, sin caballo, que se encuentra detrás del altar mayor de la iglesia hasta nuestros días.

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