El relincho de mi caballo
No es que sea un animal de redomado pedigrí. No es un bello caballo andaluz, ni un vistoso y ágil pura sangre árabe, tampoco su galope es tan veloz y rápido como para competir con los estimados caballos ingleses. Es un animal fuerte y corriente pero con un poco más de seso que los mulos y bestias de carga habituales. Y con un sentido de clarividencia que a mí me tiene sorprendido.
Me ha demostrado su buen criterio en repetidas ocasiones. En nuestro caminar por las solitarias y desérticas estepas del Oeste, me ha librado de más de una al quedarme dormido, sentado en mi silla sobre su lomo, llevándome con su instinto a cobijo seguro, o, en noche oscura, deteniéndose al borde de un barranco, o negándose a caminar, a pesar de mi tozudez, por arenas movedizas lo que nos libró, a él y a mí, de más de un descalabro
Y me lo ha vuelto a demostrar recientemente. Le oí relinchar atado a su pesebre. No le hice caso, pero ante un nuevo relincho y al oír unos bufidos furiosos, me dirigí a su cuadra. Subía y bajaba la cabeza repetidamente una y otra vez y pateaba con las manos el ramal que lo sujetaba a una argolla. Quería desasirse y liberarse de la sujeción, lo que hice calmándolo con unas palmadas cariñosas y lo dejé suelto en el corral para que se desahogara.
Sorprendentemente el animal saltaba, encorvándose, manifestando una evidente alegría, alternando con sus botes cortos y ágiles, trotes graciosos y breves, y de vez en cuando relinchaba. Nunca lo vi tan jocoso y me hizo pensar qué es lo que le había colocado en tal situación de excitación. Entonces no lo supe. El animal intuitivo, no sé cómo, conoció, antes que yo, que se había producido un hecho que era lo que le tenía tan entusiasmado. Yo lo supe en el saloom cuando escuché en la vieja radio de la madame el veredicto que del 8º Concurso de Fotografía Katakí la Bajoca Fiestas 2016 estaban leyendo. Y es que entre los premios habían concedido uno, el Premio 50 aniversario de los Ballesteros, a una fotografía, la número 391, de Alex Álvarez Amorós, en la que aparecen el Cabo y las escuadras de Americanos en una Corredera espléndida, plena de luz y color, en la noche del día 6.
¡Que felicidad! Aparecer en los testimonios gráficos y ser ahora imagen de fiestas pasadas. Estamos enormemente agradecidos al público de Villena al saber que estos testimonios gráficos permanecerán ahí para generaciones futuras.
Este jamelgo, compañero de algunas aventuras y muchas más desventuras, y yo, nos hemos vuelto a liberar de una carga que sobre el lomo pesaba, y ahí queda constancia con el reconocimiento gráfico de un hecho singular en las Fiestas de este año.