El Rey del Terror
Abandonad toda esperanza, salmo 580º
Nunca he leído una novela de Stephen King. Entera, quiero decir: he empezado cuatro o cinco, y de alguno de sus tochos he llegado a leer varios centenares de páginas; pero aunque me interese lo que me cuenta, el estilo literario del autor no es de mi ídem -demasiado obvio y literal, para mi gusto- y no me compensa el tiempo que me llevaría terminarlo. Eso sí: tengo claro que si alguna vez lo vuelvo a intentar en serio, los primeros candidatos para hacerlo son El resplandor e It. El primero, porque la adaptación que dirigió Stanley Kubrick es mi película de terror favorita (aclaro que la madre del cordero, Psicosis, es mucho más que una película de terror: es un género en sí misma que empieza y acaba con ella), y porque el hecho de que el resultado final disgustara tanto al escritor dadas las libertades que se había tomado Kubrick supone un morbo añadido nada desdeñable. En cuanto a la otra novela citada, es probable que algo tenga que ver la descripción que Josh Boone, el realizador y guionista de Un invierno en la playa (comedia dramática que mereció más atención de la que tuvo), ponía en boca de uno de sus personajes, un escritor en ciernes y admirador confeso del autor de La zona muerta; una comparación que podría vendérsela a cualquiera y por tanto debería figurar en la faja publicitaria de todo ejemplar de la misma: "It es el Moby Dick del género de terror". Por añadidura, ya conocía de qué va el libro desde que vi la miniserie televisiva de 1990 que adaptaba el libro al parecer con fidelidad considerable aunque suavizando los pasajes más escabrosos y sobre todo los temas más delicados, y siempre me ha parecido un gran acierto lo de mezclar pasado y presente a la hora de relatar el enfrentamiento de un grupo de niños con sus miedos más profundos, representados por un siniestro payaso.
Todo esto viene al hilo, claro está, del estreno de la primera adaptación a la gran pantalla del libro de King, donde se ha optado por mostrar solo la línea temporal en la que sus protagonistas son niños y dejar la etapa adulta para una secuela que debería estrenarse en un par de años y que al parecer volverá a dirigir el responsable de esta primera parte: Andy Muschietti. No es de extrañar, dados los buenos resultados en taquilla y las primeras críticas recibidas, casi todas muy positivas, que el estudio vuelva a confiar en este argentino, amante confeso del género y que debutó con una muestra muy potable del mismo, Mamá, a la que le perjudicaba una media hora final que no estaba a la altura del sugerente metraje previo. Algo parecido le sucede, aunque de forma menos remarcable y por tanto con un resultado más homogéneo, en este su segundo film, donde las promesas del primer acto y las apariciones más tempranas de Pennywise resultan mucho más inquietantes que el desarrollo del relato. Con todo, se trata de una película muy estimable, en la que cabe aplaudir especialmente la labor de un reparto joven donde todos están estupendos, desde el primero al último, si bien me permitiré destacar a tres: Jaeden Lieberher, el protagonista principal; Jack Dylan Grazer, el pequeño hipocondríaco; y muy especialmente la auténtica revelación de la cinta, Sophia Lillis, casi una versión en miniatura de Amy Adams con menos tablas que aquella pero la misma fuerza en la mirada y los gestos. Al margen del casting, también hay que señalar la espléndida fotografía del film y, desde luego, la labor de Muschietti en cuanto a la puesta en escena, jugando con muchas de las posibilidades del arte fílmico: recursos que resultarían gratuitos en una película de otras características pero que se nos antojan orgánicos al insertarse en un relato fantástico y de alcance metafórico donde los miedos (sea su origen real o no) se manifiestan de las formas más diversas y retorcidas. Solo eché de menos que esta nueva It resultase más aterradora, pero esto ya no sé si es problema de la película o de servidor, que ya está hecho a (casi) todo. Sea como sea, cuando el anunciado Capítulo 2 llegue a los cines allí estaré yo para verlo.
Pese a no haber catado, como decía antes, ninguna novela de King, sí leí en mi juventud algunos de sus relatos, y eso era otra cosa bien distinta: libre de la necesidad de meter paja para alcanzar la extensión de un mamotreto de las dimensiones colosales que suele demandar el mercado, sus historias de terror breves se me antojaban mucho más conseguidas. Por eso ando leyendo ahora con bastante interés El bazar de los malos sueños, su sexto volumen de narrativa breve, publicado este mismo año y por tanto el libro más reciente con el nombre del Rey del Terror en la cubierta. Es este un conjunto de veinte relatos donde figuran tanto textos inéditos como otros que ya vieron la luz hace años, pero estos últimos han sido revisados para la ocasión; además, el autor ha escrito un nuevo prólogo independiente para cada uno de ellos, presentándolos ante ese al que él mismo llama "Lector Constante": aquel que en el ya lejano 1974 cayó rendido a su talento para contar historias de miedo cuando Carrie, su primera novela, llegó a las librerías; y que desde entonces le ha seguido fielmente hasta el día de hoy. Un lector que cada vez que se acerca a la prosa de King busca lo mismo que ese niño que acude a un parque de atracciones para subirse a la montaña rusa: sentir la adrenalítica emoción del terror sin dejar de saber que, en el fondo, sigue en terreno seguro.
Si hay alguien en quien podamos personalizar esa figura del "Lector Constante", ese es sin duda otro argentino, Ariel Bosi, que en Todo sobre Stephen King vierte toda una vida, la suya, dedicada a la lectura y el coleccionismo de la obra del escritor de Maine. En sus casi seiscientas páginas (es decir, tiene una extensión digna de una novela del homenajeado) repasa, título por título, toda la producción literaria de King hasta llegar precisamente a El bazar de los malos sueños, atendiendo a curiosidades varias y a las posibles conexiones de cada libro con el resto de obras, para seguir con un análisis de la relación del autor con otros medios (sobre todo el cine y la televisión, claro está, pero también el cómic y los videojuegos) y terminar con la aportación más curiosa del volumen: un relato de lo que significa ser coleccionista del legado de Stephen King... Ya les adelanto que si quieren seguir los pasos de este compatriota de Andy Muschietti, preparen la cartera y tengan en cuenta que, parafraseando a otro personaje del cine de terror (aunque ajeno a la obra de King), "van a necesitar una casa más grande".
Ah, y si Stephen King vuelve a estar de moda (¿acaso ha dejado de estarlo alguna vez?) y se habla constantemente de él, no es solo porque se haya estrenado It: también ha llegado a los cines recientemente la esperadísima adaptación de La Torre Oscura, protagonizada por Idris Elba y Matthew McConaughey. Pero todo el mundo, crítica especializada y lectores admiradores del escritor, la han puesto tan a caldo que no me he atrevido a acercarme al cine: al parecer, verla sí es lo que se dice una verdadera experiencia terrorífica, y no lo de It.
It y La Torre Oscura se proyectan en cines de toda España; El bazar de los malos sueños y Todo sobre Stephen King están editados por Plaza & Janés.