El rey y los bufones
Abandonad toda esperanza, salmo 421º
Dice el refranero español que "Cada uno en su oficio es un rey"; y también, aludiendo a la misma fuente oral, que "Zapatero, a tus zapatos". Buen ejemplo de ello es el estupendo resultado obtenido por el realizador David Ayer al contar con Arnold Schwarzenegger para el papel principal de Sabotage... que, por cierto, no se han esforzado en traducir como Sabotaje, aunque imagino que lo pronunciarán igual, tal y como sucede con el incorrecto pero muy corriente "garage". Pero a lo que iba: el firmante de tres policíacos tan solventes como Vidas al límite, Dueños de la calle y Sin tregua fusiona ahora el punto de partida de Grupo salvaje con la estructura narrativa de Diez negritos salpicándolo todo con unos crímenes sangrientos a lo Seven, y le ofrece al protagonista de Terminator la posibilidad de encarnar a un antihéroe con matices que, también es cierto, están muy por encima de la capacidad actoral del siempre limitado intérprete, pero que aquí sabe utilizar su estatus de icono del género para darle la vuelta y sorprender así al espectador. En cuanto a Ayer, este film multigenérico (la acción, la intriga y el neowestern se suceden y mezclan sin rubor) le da la oportunidad de volver a demostrar un pulso enérgico y un poderío visual muy por encima del libreto del que parte, y consigue que esperemos con ansia Fury, su inminente aportación al cine bélico con otro wild bunch, liderado esta vez por Brad Pitt.
Y si el viejo Arnie es, con permiso de su ex rival y hoy colega Sylvester Stallone, el indiscutible rey del género, los bufones son actores muchísimo más solventes que el austríaco pero que en propuestas de este calibre se encuentran, pese a la insistencia en hacerse un hueco en el nuevo territorio, como peces fuera del agua. Vean si no a John Cusack, al que se le recuerdan tiempos mucho mejores, como pistolero a sueldo enfrentado al mafioso Robert De Niro (otro que tal) en la muy discreta El encargo. Los últimos títulos del que trabajara con Woody Allen o Clint Eastwood y fuera protagonista de clásicos contemporáneos como Los timadores, Alta fidelidad o Cómo ser John Malkovich, o bien acaban estrenándose directamente en el mercado doméstico (caso de The Numbers Station, aquí Código de defensa), o llegan a las salas con tanto retraso como el film que nos ocupa, que quiere ser una pieza de cámara existencialista (casi toda la acción acontece en una habitación de un cochambroso motel y alrededores) en clave noir con personajes y diálogos al estilo de Quentin Tarantino, pero que acaba provocando solamente indiferencia en el mejor de los casos y somnolencia en el peor. En cuanto a Cusack, esperemos que su reciente trabajo, todavía inédito, a las órdenes de David Cronenberg lo reconduzca por el buen camino; o al menos, por un camino conocido que transite con más comodidad que aquí.
A quien parece no poder salvarle ni Cronenberg ni ningún otro es a Nicolas Cage, otrora joven promesa que debutaba a las órdenes de su tío Francis Ford Coppola para después trabajar con los hermanos Coen o Brian de Palma, convertirse en símbolo de la individualidad y la fe en la libertad personal ayudando a David Lynch a conseguir la Palma de Oro en Cannes, ponerse a las órdenes de Scorsese y llevarse a casa un Oscar por Leaving Las Vegas. En cambio, y tras el aviso premonitorio que fueron La Roca o Con Air, en los últimos años el actor parece haberse propuesto convertirse en estrella de un cine de acción cuyo andamiaje parece más propio de la serie B aunque no siempre lo sea, enlazando títulos como Bangkok Dangerous, Furia ciega, El pacto, Bajo amenaza, Contrarreloj y ahora Tokarev. Este film supone el salto a Hollywood del sevillano Paco Cabezas, y por más que se empeñe su realizador en conferirle una pátina de más empaque que otras propuestas parecidas, es solo superior a varios de los títulos citados porque aquellos eran muy malos, no porque este sea bueno. La cinta se deja ver, es cierto, pero lo mejor que tiene es el póster, y eso porque es un homenaje al de Sin perdón. Así que saquen sus propias conclusiones.
Un último apunte: si tienen curiosidad por ver juntos y enfrentados a Cusack y Cage, busquen el film Caza al asesino (The Frozen Ground), donde el primero es un asesino en serie y el segundo el agente encargado de darle caza. Se ha estrenado directamente en formato digital, y aunque no es nada del otro jueves no es peor que los dos que sí han sido bendecidos con sendos estrenos en cines. Cosas de la cartelera estival, supongo.
Sabotage, El encargo y Tokarev se proyectan en cines de toda España; Caza al asesino está editada en DVD por Twentieth Century Fox Home Entertainment.