El año pasado se cumplió el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Segundo de Chomón, considerado como uno de los más importantes pioneros del arte cinematográfico y figura fundamental en la evolución de los efectos especiales en el cine. Nacido en Teruel el 17 de octubre de 1871, Segundo Víctor Aurelio Chomón y Ruiz viajó a París en 1895 para descubrir el invento que ya tenía maravillado a medio mundo en el mismo año de su alumbramiento: el cinematógrafo de los hermanos Lumière; lo que le llevaría luego a iniciar una carrera como técnico de trucajes para acabar siendo el director de algunas de las breves películas que por aquel entonces surgían de la Pathé Frères, la productora más importante del mundo al tener casi el monopolio del celuloide virgen. Sería también en la capital francesa donde conoce a la vedette Julienne Mathieu, con quien se casaría y a la que dirigiría en varios de sus filmes.
Años después, Chomón se traslada junto con su familia hasta Italia para trabajar con la productora Itala Films y con un director tan fundamental para el cine transalpino como Giovanni Pastrone, director de Cabiria. A su regreso a Francia, colaboraría con Abel Gance en la que se considera la última gran obra maestra del cine mudo, la monumental Napoleón, estrenada en el mismo 1927 en el que al otro lado del Atlántico el estreno de The Jazz Singer anunciaba el nacimiento del cine sonoro. Dos años después, el 2 de mayo de 1929, y tras volver de un viaje de Marruecos en el que contrae una grave enfermedad, Segundo de Chomón fallece en París dejando viuda a Julienne; quien, años después, terminaría sus últimos días sola, en un hospicio, y en una penosa situación económica.
Este somero resumen biográfico no hace justicia a la importancia capital de Segundo de Chomón en la historia del cine, y mucho menos a sus propias películas. Afortunadamente, para celebrar esta efeméride la Filmoteca de Catalunya recuperó trece filmes de este pionero del séptimo arte y los reunió en 150 Essencial Chomón: un mediometraje de algo menos de una hora de duración en el cual el espectador puede ser testigo de la maestría de Chomón a la hora de utilizar trucajes y maquetas, así como de su técnica del coloreado artesanal pintando a mano sobre el mismo celuloide. Su ingenio a la hora de urdir trucos visuales llevaron a que en su época fuese comparado frecuentemente con Georges Méliès, asimismo considerado con el primer realizador de cine fantástico gracias a incunables del medio fílmico como el famoso cortometraje Viaje a la luna.
La pieza más célebre y celebrada de esta antología es sin duda El hotel eléctrico, estrenada en 1908 y considerada por la historiografía especializada como el primer clásico del cine fantástico español: en ella, un matrimonio interpretado por el propio Chomón y su esposa llegan a un hotel en el que los cepillos peinan solos, los zapatos se atan sus propios cordones y el resto de utensilios y electrodomésticos de la suite no necesitan de la intervención humana para ponerse en funcionamiento y llevar a cabo su cometido como por arte de magia. No obstante, no se quedan atrás a la hora de plasmar este sentido de la maravilla piezas como Le spectre rouge, que Chomón dirigió a cuatro manos con su colega y más importante director de la productora, Ferdinand Zecca; o Più forte che Sherlock Holmes, adaptación libérrima del personaje de Arthur Conan Doyle firmada por el citado Pastrone y en la que Chomón se encargó una vez más de los trucajes.
Pueden encontrar esta antología de la obra de Chomón, que pone de manifiesto la capacidad de fascinación que todavía despiertan estas técnicas primitivas en la era del cine digital, en Filmin; y si después de verla se quedan con ganas de más, en la misma plataforma también está disponible la serie Segundo de Chomón (1903-1912): El cine de la fantasía, que recopila nada menos que treinta y un cortometrajes realizados en los albores del cinematógrafo. Ahora bien: si quieren profundizar en la vida y milagros de nuestro protagonista, este oasis de cinefilia en mitad del desierto del streaming ha rescatado también El hombre que quiso ser Segundo, largometraje de 2015 que se presenta como un documental sobre el director de otros títulos como Le roi des dollars o Symphonie bizarre. Y digo se presenta porque conforme avanza su visionado uno va descubriendo que, homenajeando la querencia de Chomón por la fantasía y la fabulación, sus artífices han apostado por el mockumentary o falso documental para resucitar a este cineasta singular. Y no solo porque para dar vida a este último -y a su padre, presente en la primera secuencia del film- hayan recurrido a un rostro y (sobre todo) una voz tan conocidos como los de Ramón Langa, sino porque el protagonismo del film recae no solo en Segundo, sino también en un primogénito hermano gemelo bautizado como Primo de Chomón y que resulta a todas luces un artificio nacido de la imaginación de los guionistas de la cinta, Leonardo Marini y Ramón Alòs, este último también realizador del film e ilustrador y animador de profesión. Y si como a mí les extraña el acento italiano del protagonista, que se presenta como el propio Alòs, es porque se debe a que tampoco es él mismo, sino que está encarnado por un actor llamado Enrico Vecchi. Vaya, que como film documental, a El hombre que quiso ser Segundo se le pueden achacar varias carencias; pero como thriller histórico, no tiene precio. Y a pesar de ello, me parece una forma espléndida de acercarse a esta figura histórica que merecería un mayor predicamento en la actualidad.
Y se preguntarán ustedes, ¿a santo de qué hablar ahora tanto de Segundo de Chomón si el siglo y medio de su nacimiento se produjo en 2021 y no ahora? Pues porque lo que acaba de aparecer en el mercado editorial español es un magnífico cómic sobre él cuya lectura he querido acompañar del visionado de las películas citadas. Me refiero a Chomón. El mago de la luz, que han editado al alimón GP Ediciones y el Instituto de Estudios Turolenses. Esta novela gráfica pone sobre el tapete la misma problemática expuesta por Ramón Alòs en su película: la escasez de material documental sobre la vida de su principal protagonista. Por ello sus autores, ambos también aragoneses, se han tomado algunas licencias confesas en aras de la dramatización del relato... aunque sin llegar a la osadía de Alòs y su equipo, todo hay que decirlo: ellos son el guionista Queco Ágreda, que ya se encargó de convertir en viñetas una serie de episodios de la vida del otro ilustre turolense de nuestro cine, nada menos que don Luis Buñuel; y el dibujante Roberto Morote, que realiza aquí un trabajo verdaderamente excepcional. No obstante, en líneas generales y pese a dichas libertades creativas, estamos ante una historieta que retrata de forma muy conseguida los vaivenes biográficos de su personaje central y la importancia que tuvo para el desarrollo de la técnica cinematográfica, en una evolución técnica que alcanza hasta nuestros días. Si son amantes del cine, y por qué no también del cómic, no dejen de leerlo.
150 Essencial Chomón, Segundo de Chomón (1903-1912): El cine de la fantasía y El hombre que quiso ser Segundo están disponibles en Filmin; Chomón. El mago de la luz está editado por GP Ediciones y el Instituto de Estudios Turolenses.