El sexo… ¿débil?
Abandonad toda esperanza, salmo 107º
Hace ya tiempo que las mujeres de ficción dejaron de ser tan solo un reclamo terrenal para el consumidor masculino. Esto se ha hecho especialmente patente en el género negro, donde las féminas tomaron prestas las riendas del tinglado y se convirtieron primero en mujeres fatales que devinieron en semillas de perdición para los pobres incautos que caían en las garras de su fascinación; después, en mujeres que no tuvieron miedo en adoptar roles hasta el momento reservados a hombres y enfrentarse no solo al crimen, sino a los prejuicios de sus propios compañeros.
El último número de la revista Gangsterera, donde colabora un servidor (y adelanto para evitar suspicacias que no cobro según número de ejemplares vendidos; es más, no cobro de esta ni de ninguna otra forma), incluye un dossier sobre la mujer en el género negro que registra estas y otras facetas de la misma en libros y películas que estarán en mente de todos: de la narrativa de Howard Fast al cine de Fritz Lang, pasando por personajes tan peculiares como Miss Marple (Agatha Christie), Olga Lavanderos (Paco Ignacio Taibo II)... o Carrie Stetko (Greg Rucka); y es que el cómic, como no podía ser de otra forma, no se ha mantenido al margen de este fenómeno.
Un buen ejemplo son dos obras editadas recientemente, ambas protagonizadas por mujeres de armas tomar, de procedencia latina, pero que trabajan a este lado de la ley (una es policía, la otra detective privado) en el marco de los Estados Unidos.
Matador, escrita por la novelista Devin Grayson, tiene como personaje central a Isabel Cardona, una policía del Departamento de Homicidios de Miami obsesionada por resolver una serie de crímenes que cree relacionados entre sí. Su investigación le llevará a establecer contacto con un peligroso asesino a sueldo, parco en palabras, que parece desarrollar su trabajo con la precisión de una coreografía de baile...
Si este cómic, dibujado primorosamente por Brian Steelfreze, y que destapa una red de corrupción que llega a las altas esferas de la Policía, es una estupenda lectura para pasar la tarde, harán bien en no perderse la prodigiosa Chicanos, escrita por el veterano Carlos Trillo e ilustrada por Eduardo Risso en un soberbio blanco y negro. Los cuatro volúmenes que la componen presentan a Alejandrina Yolanda Jalisco, una investigadora de treinta y pocos años, poco agraciada físicamente y siempre al borde de la quiebra, pero que se ganará sus corazones a poco que le den una oportunidad.
"Debe de ser porque es tan poquita cosa, o tan sin gracia, o tan fea, que la gente evita mirarla y termina por no verla"; así la define su madre, a la postre su primera cliente. Y es a partir de entonces, en una obra cuya libertad de estilos y géneros la hace deudora de Locas de Jaime Hernández (otra soberbia ficción sobre emigrados mexicanos en USA), que esta chicana feúcha, contrahecha, bajita y de pechos enormes se mueve como buenamente puede en un Nueva York pre 11-S repleto de yonquis, delincuentes juveniles, prostitutas y mafiosos italoamericanos, enfrentándose con paciencia, ensoñaciones y sentido del humor a mil y un desaguisados. El resultado es, simplemente, una obra maestra reciente del cómic.
Gangsterera está editada por Asociación Cultural Novelpol; Matador y Chicanos están editados por Norma Editorial.