El Test del villenero
Finaliza el año y es tiempo de reflexión. Tiempo de hacer balance y valorar lo acontecido; de hacer borrón y cuenta nueva y empezar de cero. Se acaba el año y ha llegado el momento de la prosperidad, de las campanadas, de las uvas y los deseos, de las cenas con baile, de los calzoncillos rojos y los smoking de alquiler, de los retos personales y de las promesas, de los saltos de sky, de los conciertos de Año Nuevo y, por supuesto, del no fumaré más.
Ha llegado el momento de la entrada en vigor de nuevas leyes; leyes que generarán cientos de interrogantes a partir de ahora: ¿Cómo afectará la nueva ley antitabaco a nuestras fiestas? ¿Qué pasará en las sedes de las comparsas? ¿Qué será de estos locales sin ese humo de fondo; sin esa neblina con olor a Farias que envuelve a los jugadores de truque y dominó? ¿Qué será de nuestros desfiles? ¿Habrá bloques de fumadores y bloques de no fumadores? No lo sabemos. Habrá que esperar. Pero mientras tanto, no nos importará sentarnos en una terraza de verano, a dos palmos de la carretera, para tomarnos una horchata mezclada con monóxido de carbono y mojar en ella unos deliciosos fartons que nos calmen la ansiedad, a la vez que contemplamos las fachadas renegridas de los edificios y exhalamos a pulmón abierto los tubos de escape de los coches, de los autobuses y de las motocicletas, a la espera de una nueva ley (esa sí, por favor) que nos ampare de todos los gases contaminantes que vician la atmósfera.
Finaliza pues este año 2005; se acerca el 2006 y es el momento de saber si seremos buenos villeneros o no. Para ello, os hemos preparado este sencillo formulario al que habréis de responder con toda sinceridad. Aquellos que marquen una de las dos primeras opciones (A o B) podrán considerar que lo son. El resto, es decir, aquellos que escojan la opción C, deberán seguir poniendo empeño para conseguirlo:
1. Supón que tu suegra te invita a comer un domingo. Es la primera vez que lo hace, y después de un copioso aperitivo te pone delante un plato hondo con cinco pelotas. ¿Qué harías?: A) Hago un esfuerzo sobrehumano y me como las cinco pelotas sin rechistar. B) Me como tres pelotas y le digo que me guarde las otras dos para merendar. C) Cuando voy por la cuarta pelota vuelco el plato, me tiro al suelo y empiezo a fingir que me está dando un ataque de apendicitis.
2. El día del Ecuador vas andando hasta la Virgen con tus compañeros de escuadra. Cuando llega la hora de ponerse a hacer la gachamiga, te das cuenta de que te has dejado el fez en casa. ¿Cuál sería tu reacción?: A) Me vuelvo corriendo a Villena a por el fez, sin pensármelo dos veces, aunque al día siguiente tenga agujetas por todo el cuerpo y no pueda ir a trabajar. B) Me pido un cubalitro en el bar más próximo, me lo bebo a huevo y me pongo el vaso en la cabeza a modo de fez. C) Decido no almorzar y paso el día con la familia en la pinada.
3. Son las cuatro de la tarde del día cinco de septiembre. Eres Moro Viejo, y tu abuela acaba de palmarla en ese preciso instante, después de haberse pegado un atracón de sequillos y pastas. ¿Qué haces?: A) La envuelvo en papel albal y la meto dentro del frigorífico para que aguante hasta el día diez. Una vez realizada la operación, me voy corriendo hasta la avenida de Elche para incorporarme al desfile. B) Le pongo una chilaba, la rocío con ginebra y me la llevo a cosqueretas hasta que encuentro una carroza. Una vez allí, la siento, le coloco un vaso de tubo entre las manos, una bolsa de confetis entre las piernas, y le hago creer a todo el mundo que ha bebido más de la cuenta. C) Aviso a la funeraria y decido no salir ese año.