El trasvase de Celia
No se me asusten las gentes de bien ni empiecen ya los pretorianos a afilar sus cuchillos, que no pretendo bromear con el trasvase de concejales desde el PP al mal llamado Grupo No Adscrito, ya que quienes acaban en tan extraño lugar son aquellos adscritos a sí mismos, es decir, a sus sueldos y prebendas, en lugar de devolver las actas, que en un sistema de listas cerradas deberían pertenecer al partido, y marcharse a su casa.
En cualquier caso, les digo que lo que pase en el PP (y en cualquier otro partido) me trae a mí sin cuidado, pues ni milito en ninguno ni aspiro a hacerlo ni a vivir de ellos. Así pues, y mientras la aritmética política y el orden de los sumandos no digan lo contrario, Celia Lledó seguirá siendo mi alcaldesa y lo que queda del PP mi equipo de gobierno, y por tanto, es a ellos a quienes me dirijo ahora.
Todo político encuentra, en un momento u otro, su particular Rubicón, escollo al que da nombre el famoso río de aguas torrenciales que separaba la Galia de Italia y que Julio César mandó cruzar a sus tropas en marcha hacia Roma, dando así origen a la segunda Guerra Civil de la República de Roma y a la expresión cruzar el Rubicón, que viene a referirse al hecho de lanzarse irrevocablemente a una empresa de arriesgadas consecuencias, lo que interpretado en clave política vendría a ser la toma de algún tipo de postura determinante, de esas que marcan al sujeto en cuestión y le persiguen el resto de su vida.
El Rubicón de Vicenta Tortosa fue el trasvase Júcar Vinalopó. Aunque vista ahora, con la perspectiva que da el tiempo y ante el despropósito en que ha acabado convertido el mensaje de unidad hídrica del PP, la postura de la ex-alcaldesa pueda ser mucho más matizable, lo cierto es que entonces muchos pensamos yo incluido que Vicenta estaba poniendo a su partido por delante de su pueblo, defendiendo un cambio de toma que muchos no entendíamos y cometiendo un error estratégico enorme, puesto que si en lugar de respaldar el cambio de la toma a Cullera, Tortosa hubiera encabezado la oposición al mismo poniéndose al frente de su pueblo, hubiéramos tenido alcaldesa para rato.
Ahora se le presenta a Celia otro Rubicón en forma de camiones y plantas de basura, la mierda de una Comunidad gobernada por un irresponsable que la va a llevar a la quiebra dilapidando en beneficio de unos pocos los recursos que deberían servir para intentar arreglar los problemas de todos. Si Celia se resigna y dice que no puede hacer nada por su pueblo, estará perdiendo una oportunidad de oro. Si por el contrario, se pone al frente de la protesta ciudadana y dice Basta ya al trato injusto, indigno y vejatorio del PP valenciano para con Villena, nos tendrá a muchos villeneros detrás. A mí el primero.