Cultura

El vial y los viales

Primero vimos como el equipo de Joan Plaza se hizo con la Copa Uleb, no sin hacernos sufrir hasta el antepenúltimo minuto por falta de tino, pero consiguiendo como hemos dicho la victoria. Poco más tarde, casi al tiempo, todos nuestros ojos se posaron en el estadio Mestalla de Valencia, donde pese a la ilusión se vivió la tragedia al más terrible modo clásico, propio del mismo Edipo: pese a la desconfianza surgió el gol que se perseguió durante los primeros minutos, sobretodo y encarecidamente el Moro.
Momento que colmó de ilusión a la afición; pero poco después llegó el golpe de Shevchenko que evitó que los más presurosos aficionados se marchasen del local donde degustaban sus cervezas. Y finalmente la fuerza del Chelsea, manifiesta en el pie del africano Essien, dejó en el minuto noventa en la estacada toda la artillería pirotécnica de los valencianos.

Y aunque esta no sea la sección de deportes tampoco esperen ver hoy algo de cultura, o tal vez sí. En esta ocasión prefiero referirme al recién inaugurado vial, donde contamos con la escultura propuesta por Pedro Marco, eso sí. Un vial que al fin desahoga Villena, aunque todavía no del todo, todavía se queda corto. Aunque la promesa futura de recorrer la ciudad desde la Losilla al instituto sin necesidad de soportar el tráfico insaciable y los incomprensibles –por su duración y ubicación– semáforos lo hacen deseable. No lo sería menos el vial que facilitó la comparsa de Piratas a la ciudad, pero llegando claro está hasta el mismo instituto. Y es que una ciudad crece y se desarrolla, en más aspectos de los que imaginamos, por su forma y su accesibilidad. Y en tal movimiento también se encuentra su modo de desarrollar la cultura. Dicho de otro modo, cultura serán los modos como nos movemos, vivimos, comemos, vemos, sentimos…

Por eso sin duda me satisface la finalización del vial en primer término –se adjudique al partido que se adjudique–, porque cada alma en Villena ha sufrido el tráfico inconmensurable y desesperante y se encamina a sentirlo ahora de diferente forma. Del mismo modo debe ser entonces motivo de alegría el Plan de Movilidad Sostenible, algo que se revindica desde la “sombra”, pero que no tiene menor importancia. Se trata de una propuesta con mucho más valor que el que se le podría dar a simple vista, puesto que el uso y el modo en que dicho supuesto se desarrolla cambia sutilmente el uso y el modo en que la ciudadanía se desenvuelve y valora la ciudad. Debemos alegrarnos de aportar al mundo medidas conscientes de valores que van más allá de la reducción de la contaminación sino que también apuestan por la convivencia y modos de vida más saludables.

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