El villenense Carlos Navarro, campeón de la liga francesa de fútbol sala con el Sporting de París
Carlos Navarro Valiente ha ganado la liga de fútbol sala de Francia con su equipo, el Sporting París, y este verano, por segundo año consecutivo se embarcará en una nueva y apasionante aventura europea. Pese a lo bien que suene todo esto, la alegría no es total para el jugador de Villena, ya que no pudo participar en el partido y lo vio desde la grada. Así que sentimientos encontrados: alegría por la victoria y tristeza por contemplar el partido desde un punto de vista tan desconocido para él hasta el momento. No obstante ha querido remitirnos sus reflexiones acerca de esta final, que tuvo lugar en Toulon el pasado fin de semana.
Aquí estoy en Toulon subido al tren de regreso a casa. Mientras escribo estás líneas el reloj de la estación marca las 6 de la mañana. Tras el estallido de emociones de la victoria viene la reflexión acerca de esa alegría que ya ha disminuido unos decibelios desde el cenit que supuso la conquista de la liga francesa hace justo 12 horas. Siempre he dicho que durante un partido de cualquier deporte, se concentran, en un lapso de tiempo muy reducido, un sinfín de emociones totalmente opuestas que se decantan hacia lo positivo en caso de victoria y tienden a lo negativo si la contienda acaba en derrota. Pero, existe un limbo donde se hayan emociones difícilmente catalogadas pese haber logrado el objetivo anhelado: la victoria. Cuando cito este tipo de emociones, hablo en primera persona, pues sentí en mis propias carnes un cúmulo de sentimientos contradictorios.
Por una parte, la alegría de la victoria por encima de todo, por lo que supone el prestigio de esta competición y el anhelado billete de acceso directo a la, tan ansiada, Copa de Europa; por otra parte, la tristeza de ver el partido desde la grada desde una perspectiva distinta y ajena a la tensión positiva de la alta competición.
Por un lado, el orgullo de formar parte de este grupo deportivo y humano de un valor incalculable; por otro lado, la vergüenza de integrar este colectivo al mismo nivel que el resto de jugadores que se han "batido el cobre" durante toda la temporada para jugarse el todo por el todo en 40 minutos, mientras yo me entrenaba a 1500km. para estar en forma por sí debía echar una mano... o las dos, en caso de lesión o expulsión del portero titular.
Esta es la cuarta final que disputo con un equipo francés y, pese a que es la que mayor repercusión mediática ha suscitado con diferencia, es de la que menos orgulloso estoy pues mi papel ha sido meramente testimonial. En la Copa de Europa, pese a la eliminación, la competición colmó todas mis expectativas pues pude jugar y rendir a un nivel óptimo. Pese a todo lo dicho, no puedo lamentarme de nada ya que sólo el hecho de haber tenido la oportunidad de estar aquí, ya es toda una victoria moral, pero mi ADN de competidor nato siempre surge, aunque se trate de una "pachanga" con los amigos.
Tras todo lo dicho, considero que hubiera sido hipócrita, por mi parte, ponerme al mismo nivel de méritos que mis compañeros de equipo, e incluso faltarles al respeto recogiendo los frutos de todo el año... sin haber sembrado. Así que, huyendo de todo afán de protagonismo, rehusé participar en la ceremonia de entrega de medallas e incluso alzar al cielo de Toulon la Copa de la Liga. Posteriormente, me uní al grupo al mismo tiempo que el resto de aficionados y pese a que me tendieron una camiseta conmemorativa de la tercera liga consecutiva, preferí que se la enfundara otro jugador que la mereciera más que yo. Pese a que todo el equipo ha estado a un nivel altísimo, destacar a mis dos grandes porteros, y mejores personas: Djamel Haroun y Julien Royer. Ellos son el presente y el futuro, tanto del Sporting París como de la Selección Francesa. Djamel fue durante años mi rival favorito, me ganó las primeras dos Copas de Francia y yo logre derrotarlo en la tercera. Siempre nos han comparado e intentado enfrentar pero lo que han logrado es que mejoremos ambos deportivamente fruto de esa rivalidad basada en una sana competencia, y que tras coincidir en el Sporting de París, nos hayamos convertido en amigos para toda la vida. Estoy seguro que si hubiera decidido probar suerte en España hubiera triunfado al máximo nivel en un equipo élite. En cuanto a Julien Royer, que puedo decir de este chaval de 19 años que me ha "empujado" a la grada con unas actuaciones en los entrenos, en los partidos amistosos y oficiales con el filial del Sporting o con la selección francesa sub. 21... Es un diamante en bruto que empieza a brillar con luz propia. Perdonar que me centre en los porteros pero resulta que tenemos el rol a jugar más difícil y desagradecido de este deporte pues si paras es tu trabajo pero si te marcan... siempre podías haber hecho algo más. En fin, no os quiero torturar más con esta parrafada que parece "la Biblia en verso". Esto ha sido un monólogo interior acerca de la victoria desde una perspectiva diferente. Las crónicas oficiales dirán que controlamos el partido en todo momento y que Juanillo marcó dos golazos, mezcla de habilidad y oportunismo pero también con buenas dosis de picardía y tesón. Finalmente, en los últimos minutos, ellos sacaron portero- jugador y el pichichi de la liga Betinho, Betigol para los rivales, puso la puntilla a pocos segundos de que bajara el telón de la temporada de fútbol-sala 2011-2013. Punto pelota ;-).
Fdo. Carlos Navarro Valiente