Cartas al Director

Elecciones

De nuevo enfrascados en una contienda electoral. Los partidos políticos nos emplazan para que asistamos a sus mítines con el objeto de conocer algo mejor al candidato –en Villena, casi mejor decir la candidata– y observar sus dotes de orador. Es el momento de prometer y de ofrecer a la ciudadanía lo que ansían oír en cuanto a novedades urbanísticas, proyectos culturales, ocio deportes, impuestos que bajan, calles que se arreglan, jardines que cambian de fisonomía, industrias que prosperan, nuevos centros educativos…
Sucede que los contendientes –partidos– intentan con sus mensajes, pancartas, carteles, propaganda de mano, etc. llamar nuestra atención con el fin, evidente, que el día de las elecciones depositemos el voto para sus siglas. En la otra parte está el ciudadano, que se ve, en estas fechas, bombardeado con ofertas y aterrizajes de políticos conocidos que vienen a apoyar a sus correligionarios, tratando de dar más realce a la personalidad del candidato. Nos corresponde, a los votantes, la tarea de filtrar los mensajes, en la medida de nuestras posibilidades, con el fin de determinar cuál va a ser, finalmente, nuestra opción en las urnas.

Y cuando eso suceda opino que debemos tener en cuenta, no sólo lo realizado por el equipo de gobierno actual sino que la labor llevada a cabo por la oposición del PP e Iniciativa Independiente también se somete a veredicto. Veamos. Es sabido que la acción de gobierno desgasta, ya que al tener la responsabilidad de actuar, el margen para el error es superior –nunca se contenta a todo el mundo–. La oposición, en cambio, basa su trabajo en hacer propuestas y esperar que prospere alguna.

Volviendo al equipo de gobierno, se le achaca que no ha tenido la sensibilidad suficiente como para haber dado cauce a algunas iniciativas ciudadanas. Básicamente se le echa en cara que no ha realizado grandes obras, el cambio de posición en cuanto al trasvase, que su labor se ha difuminado bastante y que algunas ofertas electorales de hace cuatro años han quedado algo descafeinadas –caso del soterramiento–. También se le imputan al gobierno actitudes despóticas.

En cuanto a la oposición, cuya labor ya sabemos que es la de control y proponer mociones, hemos observado que el talante durante esta legislatura ha sido el de la crispación. Hay que recordar que en la sesión de investidura de la actual alcaldesa, hace cuatro años, el entonces portavoz del PP, Sr. Palao, fue muy ácido en su discurso, nada protocolario, arremetiendo contra unos y otros, lo cual iba a dar el tono en que se movería esta oposición en el futuro, como así ha sido. Bronco.

Cuando vamos a depositar nuestro voto, insisto, hay que valorar todo, no nos quedemos con una parte –la acción de gobierno–. Si esta oposición es la que se postula para ser el nuevo gobierno, debemos recordar cómo se ha comportado en estos cuatro años. El partido dura noventa minutos, no nos fijemos en los últimos cinco –promesas electorales–. Así, en el transcurso de la legislatura ha habido de todo, momentos tensos y otros más propicios, no es igual que te abucheen en un Pleno que consigas la Escuela Oficial de Idiomas, por ejemplo. También hemos visto nacer en estos cuatro años alguna asociación que defiende con uñas y dientes sus intereses, chocando frontalmente con el gobierno municipal. Asociaciones vinculadas a la oposición fundamentalmente.

Está claro que lo realizado por el equipo de gobierno –PSOE, Los Verdes, Izquierda Unida– es lo que se mira con lupa, lo que se analiza con mayor meticulosidad, pero en este juicio de valor –las urnas– la actitud llevada a cabo por la oposición también merece ser diagnosticada. Si el gobierno no es un elemento puro y angelical tampoco la oposición debemos considerarla en posesión de la verdad siempre. Es razonable pensar que esa actitud negativa por parte de la oposición no ha ayudado mucho a la hora de llevar a cabo proyectos para la ciudad, con la consiguiente paralización.

Las elecciones se presentan interesantes. Varios partidos se disputan el voto. No es cuestión de entregarlo alegremente ni hacer caso a agoreros que todo lo ven negro. No siempre son bellos edificios lo que se ve, a veces otras iniciativas con menos relumbrón también cuentan. Ya veremos

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