Ella estaba dormida sobre la cama agarrada todavía a una botella de güisqui
Soy hija única, y desde que recuerdo, mi madre siempre ha estado encima de mí controlando mis deseos y libertades. Por ejemplo, por la noche no me dejaba salir de mi habitación para ir al baño. Me encerraba bajo llave. Decía que era peligroso que una niña pequeña deambulara sola por la casa en plena noche o que fuera al baño. Decía que tenía que aprender a controlarme, porque ella no podía estar pendiente de todo.
Yo rezaba para no tener ganas de mear en toda la noche, y me dormía con el pánico a despertar a las tres de la madrugada con esa insoportable presión ahí abajo. Después de mojar la cama muchas veces y sus consiguientes castigos, tomé la resolución de hacerlo en un cubo de plástico donde guardaba algunos juguetes (que al día siguiente limpiaba en secreto), pero siempre me volvía a acostar llorando por el sentimiento de culpa y vergüenza. [Da una vuelta completa en la silla giratoria de oficina en la que está sentada.] Hace unas semanas estaba viendo un documental en la tele a las cuatro de la madrugada. Iba sobre los animales que matan a sus crías. Se veía a un ave aplastando a su polluelo. Y a unos monos despedazando con mucha juerga a monitos indefensos. Los monitos parecían de juguete. Se partían en dos como trapos gastados. [Da otra vuelta completa en la silla giratoria.] A los doce años, después de varias semanas de indagaciones, conseguí localizar la llave de mi habitación y hacer una copia. Empecé a salir a escondidas cuando ya no se oía a mi madre por la casa, y descubrí que ella también se encerraba en su habitación. Días después hice una copia de la llave de su habitación y la abrí con mucho cuidado a las cinco de la madrugada. Ella estaba dormida sobre la cama, en una postura indecente, rodeada de revistas del corazón y perversos utensilios sexuales, y agarrada todavía a una botella de güisqui. Sobre la mesilla había varios frascos de pastillas para dormir. Parece ser que las empezó a tomar cuando mi padre murió en el accidente, teniendo yo apenas unos meses, y que desde ese momento quedó enganchada. Me di cuenta de que mi madre se pasaba las noches completamente desconectada, y decidí aprovechar esa pequeña ventaja para convertirlas en mi territorio. [Da una veloz vuelta en la silla giratoria.] Parece ser que los animales matan o devoran a sus crías por muchas y variadas razones. Por ejemplo, para eliminar futuros competidores. O como forma de control demográfico. O como sistema de selección de sexos. O por la sencilla razón de que es una fuente fácil de proteínas. Pero de vez en cuando también son los hijos los que matan a sus padres. Parece ser que por una masiva proyección psicopatológica del inconsciente debido a un tácito maltrato durante generaciones. [Da una lenta y silenciosa vuelta en la silla giratoria.] Ahora mi madre está en coma desde hace una semana. Los médicos dicen que sufrió un derrame cerebral o algo así, posiblemente debido a la abundante ingestión de pastillas y alcohol durante sus intensos y solitarios juegos sexuales. [Se recuesta en la silla giratoria.] ¿Sabe? Estoy deseando tener hijos para poder enseñarles tantas cosas. Creo que ser madre es lo mejor y más importante que se puede ser; que yo puedo ser.