Opinión

En conexión: A modo de reflexión

Es hora de cerrar un año, aunque tuve la suerte de incorporarme a esta redacción en el mes de agosto. Desde este rincón en el que me dejan escribir lo que quiera y como quiera, también haré de atalaya para desear a todos los lectores unas venturosas navidades y un nuevo 2018 cargado de buenas vibraciones, y donde lo que nos desagradó en el pasado no vuelva a aparecer.
Como bien sabéis, esta columna llamada “En conexión” nace con el propósito de acercar al público de calle la tecnología, internet, los teléfonos móviles. A la hora de escribir estas líneas, una noche lluviosa de viernes, estamos en pleno eco del juicio a “La Manada”, aquellos descerebrados que llevan en prisión año y medio por un asunto, cuanto menos, turbio. También hemos conocido hace poco un caso similar con unos jugadores de fútbol de un pueblo burgalés, con el agravante de ser una menor de edad. También sobre un señor asesinado a golpes por un asunto de tirantes. Y si vuelvo la vista atrás, en febrero fue el huracán “sentencia de Urdangarín” lo que movió las opiniones de todo tipo.

No quiero opinar sobre quién es o no culpable, si las sentencias son justas o injustas, o si directamente deberíamos de coger a quien delinca gravemente, encerrarlo en una cárcel y tirar la llave al mar.

No opino, ni en público ni en privado, porque no he estudiado leyes. Soy un perfecto ignorante en lo referente a lo que dice el código penal, y aun si lo leyera, seguiría igual de pez. Tengo la inteligencia justa para discernir lo que está bien y lo que no, eso es lo que me enseñaron mis padres, los colegios y la vida.

Por eso, me asombra con pasmosa facilidad, cómo muchas personas en las redes sociales, tan ignorantes como yo, son capaces de emitir juicios de valor, culpar o absolver, decidir sobre condenas, solicitar penas de muerte o torturas o encerrarlos a todos y volver a tirar la llave al mar.

Creo que Facebook o Twitter han de estar para opinar, claro que sí. Pero hacerlo con prudencia, sin dejarse llevar por fanatismos, evitando compartir cosas de dudosa procedencia y reservándose siempre uno el deber a recular si metemos la pata, porque la metemos.

Sirvan estas líneas como reflexión, de alguien que ha ido aprendiendo en internet a base de tortas. Un fuerte abrazo de vuestro amigo.

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