En ocasiones veo spoilers
Abandonad toda esperanza, salmo 550º
Aunque casi todos los artistas ansían alcanzarlo, el éxito puede acabar pesando como una losa. Y si no, que se lo pregunten a M. Night Shyamalan, que con su tercera película -primera con una distribución normalizada- y con menos de treinta años fue catalogado poco menos que de genio del séptimo arte al conseguir un taquillazo de aúpa que, además, venía respaldado por la crítica y que obtenía seis nominaciones al Oscar, incluyendo las de Mejor Película y Mejor Director. Por supuesto, me estoy refiriendo a El sexto sentido, que ha ingresado con todos los honores en el imaginario colectivo dando pie a chistes diversos y paráfrasis varias a partir de una frase recurrente ("En ocasiones veo muertos"); y que puede presumir de ser una de las pocas películas, si no la única, de la que varios lustros después de su estreno muchos todavía se cuidan de desvelar su giro de guion final. Sí, también en los tiempos de las redes sociales y a pesar de los trolls que por allí suelen pulular. Ni siquiera a Hitchcock se le tuvo tanto respeto, por más que el propio Mago del Suspense pidiera discreción (y puntualidad inglesa, como él mismo) desde los carteles de Psicosis a la puerta de los cines.
Como decía, el reconocimiento puede resultar una verdadera carga: el éxito del film que convirtió a este realizador indio en "el nuevo Spielberg" -curiosamente, casi al mismo tiempo que aquí se nombraba a Alejandro Amenábar "el Spielberg español"- no se repitió ni con El protegido (pese a repetir con Bruce Willis) ni con Señales (esta con Mel Gibson). Mucho menos con El bosque, esta ya sin intérpretes de relumbrón, y a la que muchos espectadores no le disculparon que no fuese la cinta de terror que se les vendió, como tampoco le perdonaron a la anterior que careciera de esa sorpresa final que, para qué vamos a negarlo, el propio cineasta se ha empeñado en convertir en marca de la casa.
Por supuesto, nada tienen que ver los resultados comerciales con la valía artística. De hecho, estas tres últimas películas mencionadas me parecen todavía hoy sus mejores trabajos, superiores a El sexto sentido y no digamos ya a lo que vino después: la decepcionante La joven del agua, la reivindicable pero no redonda El incidente y, sobre todo, dos cintas tan mediocres como Airbender, el último guerrero y After Earth. Y que sus peores películas sean aquellas en las que contó con un presupuesto más holgado y una diáfana intención de llegar a un mayor número de espectadores solo puede explicarse porque Shyamalan, al margen de que sea un genio o no (una cuestión bastante subjetiva), es sin duda eso que llamamos un autor, con una serie de inquietudes temáticas y estilemas formales habituales que, sencillamente, ha tenido la suerte de conectar en alguna ocasión contada con el gran público. Por eso precisamente ha vuelto a dar lo mejor de sí mismo cuando se ha apartado de presupuestos enormes y grandes estrellas de Hollywood, encontrando a su mejor aliado en un productor, Jason Blum, que le ha dejado hacer y deshacer a su antojo.
Esto ya lo demostró en La visita, ese cuento cruel de raigambre clásica disfrazado de found footage que les recomendé con fervor en su día; y lo vuelve a confirmar ahora con su nuevo trabajo: Múltiple. Un film que fui a ver, claro, con las expectativas muy altas: su premisa -un psicópata con 23 personalidades distintas secuestra a tres muchachas con intenciones desconocidas- prometía lo suyo en manos de alguien como Shyamalan, y contar con una pareja de protagonistas formada por el siempre cumplidor James McAvoy y la joven Anya Taylor-Joy (la revelación de la portentosa La bruja) también resultaba de lo más atractivo. Pero la guinda del pastel eran las excelentes críticas cosechadas desde su estreno, que me cuidé mucho de leer en profundidad para que lo que terminase comiéndome, más que un pastel, no fuese un spoiler y de los gordos. Así pues, leí esos comentarios en diagonal y me hice a la idea (bastante equivocada) de que me iba a encontrar con otro final de traca que redefiniría todo lo visto hasta entonces. Y no. O sí, pero no como yo pensaba: aquí, Shyamalan opta (¿De verdad tengo que avisar, otra vez, con letras bien grandes, de que lo que sigue es SPOILER?) no por poner en entredicho la naturaleza de lo mostrado -esto lo viene haciendo, afortunadamente, desde mucho antes del metraje-, sino la misma adscripción genérica del film. De este modo, lo que parecía ser un thriller psicológico stricto sensu, sin dejar de serlo del todo, acaba mutando -como hace el propio protagonista del relato- y se convierte en una película de superhéroes que entronca con uno de sus más brillantes trabajos previos (¿hace falta decir cuál?). Y nos lo desvela, tal y como hacen las más recientes cintas de Marvel y DC, en una escena posterior a los créditos. Ahora bien: la gracia tendrá su ídem si se le da continuidad en una nueva película, tal y como deja caer el propio director en alguna entrevista. Si no, se quedará en un guiño para iniciados. Brillante e inesperado, pero guiño al fin y al cabo. FIN DEL SPOILER. Al margen de esto, el film presenta otros apuntes interesantísimos, como la presencia de un tema tan doloroso como los abusos a la infancia; y otras lecturas metanarrativas como la reflexión que propone acerca de lo fantástico. Pese a ello, parece que lo que toca es hablar de su final sorpresa, y ahí están los críticos -o estamos, porque caigo en el mismo vicio y de manera consciente, que es más delito- para obviar hallazgos inesperados y perpetuar tópicos recurrentes.
Para terminar, una última reflexión, guiño final incluido... Me pregunto si en aquellas películas de Shyamalan en las que esperábamos una sorpresa final sin encontrarla, no será que la sorpresa radicaba precisamente en eso: en que no había ninguna. Y a ver si al final va a resultar que sí, que Shyamalan es un genio como la copa de un pino. Un pino rebelde, como Wayward Pines. ¿Lo pillan?
Múltiple se proyecta en cines de toda España.
Puedo estar equivocado porque ya hace mucho tiempo que la vi y sólo una vez pero por lo que recuerdo me parece que el final del Sexto Sentido es muy tramposo, no resulta creíble. No tiene lógica que Willis durante toda la película sólo se relacione con el niño, que no interactue con nadie más, y que no le parezca raro, que lo vea con normalidad. Es decir, realmente no resulta creíble que no sepa que está muerto, o que por lo menos pasa algo muy raro. Por lo que recuerdo.