Entrar a matar
Abandonad toda esperanza, salmo 155º
Muy pocas veces, más allá de las consabidas sagas cinematográficas -algunas interminables- que no buscan sino repetir el éxito del film precedente ofreciendo un poco más de lo mismo, tenemos los espectadores el privilegio de ser testigos del devenir vital de un personaje de ficción a lo largo de varios años. Como caso paradigmático me viene a la cabeza el ciclo de Antoine Doinel, el alter ego de François Truffaut que nació en Los cuatrocientos golpes y al que vimos crecer al mismo ritmo que Jean-Pierre Léaud, el actor que lo interpretaba.
Al final de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, la película que a mediados de los noventa supuso el debut como director del guionista Agustín Díaz Yanes, dejamos a su protagonista, Gloria Duque, apaleada por la mala suerte, sola, viuda de un torero, con la hipoteca pagada y examinándose para sacarse el graduado escolar. La cinta, cuya trama bebía tanto del drama intimista como del género negro, fue en su día una de las sensaciones de la cartelera, y todavía hoy le parece al arriba firmante una de las diez mejores películas de la historia de nuestro cine.
Trece años después, Díaz Yanes vuelve a su particular universo de mafiosos mexicanos y ladronas del extrarradio en chándal con Sólo quiero caminar, un film en el que descubrimos que a la pobre Gloria las cosas no le han ido demasiado bien; esto es algo que se vislumbra en el rostro de una portentosa Victoria Abril, una de las pocas actrices de las que puede decirse -no sé si lo dije yo o si le robé el comentario a otro- que es capaz de colocarse un capote por vez primera y parecer que lo lleva haciendo toda la vida.
En medio de ambas cintas, a Díaz Yanes le ha dado tiempo a realizar dos películas más: la fallida pero reivindicable Sin noticias de Dios (de nuevo con la Abril, ya sin duda su actriz fetiche) y Alatriste, una de las producciones más caras de nuestro cine, y una absoluta gozada guste el espectador o no de las novelas de Pérez-Reverte. Pero de lo que no cabe duda es de que donde echa el resto este hijo de torero que acabó lanzándose al ruedo de la dirección de cine es en su díptico sobre estos hombres y mujeres castigados por la vida, siempre en busca de algo mejor que parece no llegar nunca. Y aunque posiblemente Sólo quiero caminar no esté a la altura de su ilustre predecesora, el cineasta ha sabido rodearse de un poderoso elenco en su mayoría femenino (también participan Pilar López de Ayala, Elena Anaya y una sobria y soberbia Ariadna Gil), sin olvidar a unos magníficos Diego Luna y José María Yazpik, a los que les ha regalado un guión de diálogos espléndidos... Este era sin duda el punto fuerte de Diaz Yanes hasta que aprendiendo de sus realizadores preferidos -con Scorsese a la cabeza- ha terminado por convertirse con el paso del tiempo en un director valiente, con garra, de los más lanzados de nuestro cine patrio, no muy proclive precisamente a entrar a matar.
Sólo quiero caminar se proyecta en cines de toda España.