Entre Pilatos, Judas y Pedros: la política de la abstinencia y de la abstención
Aunque ambas palabras tienen una relación directa con la acción y el efecto de abstenerse, ofrecen significados con matices distintos. Abstinencia se suele entender como privarse de ingerir cualquier alimento o cualquier droga, atendiendo incluso a prescripciones médicas o mandatos religiosos. Abstención se aplica al acto de apartarse de un asunto en el ámbito jurídico o administrativo. Los políticos, como Pilatos, muchas veces suelen lavarse las manos. Y no porque eludan tomar decisiones y asumir responsabilidades, que también, sino porque las tienen más sucias que Judas.
Reconozco que los confesionarios y las cabinas electorales siempre me han generado claustrofobia. El secretismo y la privacidad resultan abrumadoramente asfixiantes. En los confesionarios, los curas cargan sobre nuestra conciencia el peso de la moral católica. ¿Te tocas?, me preguntaban de pequeño. Yo, estupefacto y confuso, contestaba un rotundo nunca. Al margen de que fuera cierto o no, jamás he entendido el uso de eufemismos. Quizá pronunciar masturbación fuera en ese contexto algo pecaminoso o una inducción temeraria a oídos de un preadolescente.
En las cabinas electorales, practicamos en soledad un acto que, sin llegar al onanismo, provoca no pocas turbaciones o pajas mentales. Supuestamente al elegir la papeleta para votar, encontramos la (ab)solución a nuestro dilema y quedamos en paz con nosotros mismos. Aunque nos hayamos equivocado, lo que cuenta es que hemos ejercido nuestro derecho cívico y deber patriótico. Otra vez los dichosos eufemismos.
Cuando las elecciones se repiten sin interrupción, de manera casi enfermiza, se podría considerar que existe una patología democrática. Un exceso abusivo del Estado que puede ocasionar el síndrome de abstención, en absoluto de abstinencia. Al menos la gente normal que no sufrimos afiliaciones partidistas no echamos tanto de menos las urnas.
Pero si no es recomendable llegar a unos terceros comicios para casi nadie, ¿qué tienen que hacer o dejar de hacer los diputados y las diputadas para evitar ese desenlace? Y he aquí la necesidad de recuperar las figuras de Pilatos y de Judas, pero también la de Pedro. Se carga sobre los hombros del PSOE la responsabilidad de la abstención, la traición o la negación ante una posible candidatura presidencial de Rajoy.
Pedro Sánchez y sus correligionarios socialistas se reafirman en el no cada vez que les preguntan. Pero el gallinero está revuelto, surgiendo aparentes discrepancias con la cacareada abstención mínima. Pablo Iglesias y los suyos lo tienen fácil. Como ocurrió ya en marzo, seguirán votando lo mismo, si bien el candidato es otro. Y mientras, por lo que pueda pasar, se reivindican como la verdadera oposición al PP. Un claro síntoma del síndrome de abstinencia por adicción al sorpasso.
Rivera y sus seguidores quieren ser Pilatos, pero se sienten como Judas o, peor aún, como Jesús, tras las aproximaciones entre los populares y los independentistas catalanes. Y amenazan con actuar como Pedro (Sánchez) si la cosa va a más. Algo muy poco creíble cuando el criterio cambia cada día, como la bolsa.
Y Rajoy y los del PP son como Pilatos, Judas y Pedro al mismo tiempo. Como Pilatos porque no se pueden inhibir otra vez ante un nuevo ofrecimiento del Rey. Pero tienen las manos manchadas de corrupción y requieren un lavado urgente con lejía, aunque tampoco les preocupa mucho. Como Judas porque están dispuestos a ceder en cualquier cosa por ganar un puñado de votos. Aunque traicionen las hemerotecas y lo que hace tres meses era romper España por hablar con ERC y CDC, ahora es diálogo institucional. Y son Pedro porque negarán más recortes, pactos sibilinos y subidas de impuestos, pero deberán desdecirse después de la tercera votación parlamentaria.