Estación de Cercanías

Entre todos la mataron y ella sola se murió

Cuando pensaba que lo único bueno que se puede ver por televisión son los anuncios, mira por donde me aparece la retrasmisión en diferido del último pleno de nuestro M. I. Ayuntamiento, y mi vida de televidente nocturna ha dado un giro radical. Ahora sólo espero que sean las 10 para sentarme delante de la caja tonta a ver una nueva entrega de este serial, el cual no se sabe muy bien como acabará, pero se adivina. Y me alegro de verdad de que al fin a los villeneros se nos ofrezca la posibilidad de conocer la parte más visual de la realidad política que tenemos. Sres. de TV Villena, si son tan amables, en el próximo pleno habrán el plano y muéstrennos las caras de los aludidos en cada turno de palabra, que tienen que ser un primor.
Tomen por favor en consideración mi propuesta: es lo único que eché en falta para aderezar en su justo punto la interesante retrasmisión. Porque ingredientes para ser un éxito rotundo no le faltan. Cuenta con actores amateur entregados a su papel, un decorado magnífico, un guión adaptado que cambia constantemente, en ocasiones hasta con 28 giros diferentes, y dispone de un espacio para que el público, con su asistencia, arrope y de calor a los actores… Bueno, esto último nunca pasa, y cuando sucede es lamentablemente para la presentación de quejas o reivindicaciones mal trasmitidas; circunstancia ésta que debería hacer que los protagonistas del culebrón se cuestionen por qué el foro más importante de que disponemos los ciudadanos para expresarnos democráticamente genera esta apatía.

Y deberían hacerlo ya, sin demora, porque cuando un elenco de artistas tan amplio como nuestros concejales, que presentan todo un abanico de posibilidades por edad, sexo, ideología, comportamiento o carácter, son incapaces de atraer seguidores así como de trasmitir a su público el más mínimo interés por ver en directo a sus elegidos, algo está fallando. ¿Saben lo que pienso que está off en este culebrón? La falta de credibilidad en sus interpretaciones y sus continuas salidas del guión que para esta representación fue elaborado.

Un esquema de comportamiento cívico en el cual cada uno de los participantes, de una forma ordenada, educada, con argumentaciones sólidas y creíbles, debía hacer llegar a sus conciudadanos –ahora gracias a la tele sus espectadores– ideas, propuestas, críticas u observaciones sin aferrarse a la descalificación personal como todo diálogo. Procuren no enredarnos las ideas con conceptos puramente técnicos que trepan por ramas de otro tronco o por los cerros de Úbeda, que nos provocan ese giro de cabeza a ambos lados del ¡a que viene esto!, e ignoren sus hemerotecas cuando intenten rebatir al oponente con un continuo intercambio de historia pasada que nunca-nunca mueve molinos.

La Sra. Alcaldesa, con todos mis respetos, equivocó el tiempo y el espacio para hacer comentarios entre compañeros de partido, su papel es otro. El Sr. Rodes puso la nota dramática con un conato de abandono por pataleta, y el resto, salvo honrosas excepciones, pues como que pasaban por allí: ahora me levanto, ahora me siento, ahora miro al techo, ahora bostezo, ahora insulto, ahora me defiendo. ¡Por favor!, estos detalles deberían pasar desapercibidos en esta función, donde lo que realmente importa son las decisiones y sus consecuencias, la opinión que de sus concejales tenga el ciudadano y la capacidad de todos ustedes para generar opinión pública. Nunca deben de servir para inspirar títulos como el de este artículo, ni para dejar estas preguntas en el aire. ¿De qué coño hablaban cuando a Don Antonio le sonó el móvil?

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