Cultura

Espacios Culturales

Otro de los nuevos espacios culturales con los que los diferentes gobiernos fueron salpicando España durante los últimos años es el de Las Cigarreras, en Alicante. Situado tras la Plaza de Toros, el edificio se propone como polivalente sumándose a las posiblemente escasas instalaciones municipales de carácter cultural. Las Cigarreras tiene un aspecto moderno y juvenil, tal y como pretende ser: facilitando espacios a propuestas novedosas y juveniles, para dar cobertura a la demanda de tal sector de población. Algo como podría ser el Espacio Joven de nuestra ciudad: salas amplias y versátiles que pueden dar cabida a exposiciones, conciertos, teatro y cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir.
Al tiempo Las Cigarreras es otro buen ejemplo de lo que hemos conseguido con las grandes inversiones preelectorales: grandes contenedores vacíos que en su mayor parte sus propietarios son incapaces de llenar incluso de mantener: fachadas. Museos sin cuadros, Bibliotecas sin libros, Teatros sin teatro, etc. ¿Que por qué digo esto del edificio alicantino? Por haberlo sufrido en carnes. El pasado fin de semana, cuando representamos allí mismo el espectáculo de Rulo Pardo Hola, ¿está Meryl Streep? Allí nos presentamos, encontrándonos con (más bien sin) la ausencia de personal técnico que hubiera preparado nuestro esquema de iluminación, o al menos que hubiera colgado el fondo negro de tela que requeríamos. Nos encontramos con que no sólo nosotros teníamos que diseñar e imprimir las entradas, sino que además debíamos llevar a una persona para que estuviera en la taquilla vendiéndolas (imaginen para una compañía madrileña el gasto que supone contratar a una persona para tal fin). Por no encontrar no encontramos ni carteles anunciadores ni más que el mínimo esfuerzo para comunicar a los medios de comunicación los horarios y días de representación. Labores que habitualmente corren por parte de las salas. Las Cigarreras no obstante parecía una olla exprés: se inauguraban dos exposiciones y se representaba una función de teatro. Obviamente en tales circunstancias previas a la visita de concejales y alcaldesa, el personal andaba de acá para allá sofocado por la presión, incapaz por tanto de dar la cobertura necesaria a los artistas programados.

Por otra parte, como consecuencia de muchas cosas, entre otras la publicitaria, la capacidad de convocatoria de este nuevo espacio deja mucho que desear. Y ya digo que entre muchas cosas, yo me inclinaría por el olor institucional que se respira en el recinto. Uno de los crueles errores que presenta nuestro país y que consiste en un proteccionismo, un paternalismo, desmedido cuyo funcionamiento se asemeja al del padre o la madre que regalan algo a sus hijos y después de enseñárselo lo guardan para que no lo rompan ni lo ensucien. En nuestro caso la consecuencia es falta de vinculación de la población con respecto a sus espacios culturales y de ocio. Falta de relación con los edificios tanto para quienes practican alguna actividad cultural como para quienes la consumen.

Un nuevo espacio, en este caso para Villena, será el que presente hoy mismo La Cantina, aprovechando una de las salas de nuestra Plaza plurifuncional. Un acierto necesario, puesto que la obstinación por recuperar el edificio y dotarlo de una cúpula no sólo ha supuesto unos gastos inabarcables, sino que nos ha hecho olvidar que La Plaza es algo más que la arena y las gradas. Hemos olvidado algo importante con lo que sí contaban otros proyectos: el aprovechamiento de salas más pequeñas para actividades con menos afluencia de público que servirían para mantener un contacto más asiduo con la población: por la facilidad para organizar pequeños eventos y por los costes que suponen para la organización y para la asistencia.

De la mano de Nemesio en colaboración con la Casa de Cultura nos encontraremos pues con una Sala de Conciertos, apta y abierta también a cualquier otro tipo de propuesta. Y suena bien eso de sala de conciertos, ya que han pasado muchos años desde que dejamos de disfrutar de aquella sala del Villena Rock. De modo que La Cantina cubre una de las sombras que tenemos en el panorama villenense y que ocasionalmente ha venido parcheando la Casa de Cultura. La función que realiza es doble: por un lado da soporte a los grupos artísticos de la ciudad, mayoritariamente compuestos por gente joven, y por otro supone una oferta de ocio para la población juvenil, con la que tanto nos llenamos la boca mientras seguimos con una mano sobre la otra.

¿Qué ocurre entonces con el Espacio Joven? No sabría responderles ya que ni siquiera aparece nuestra Concejalía de Juventud en el proyecto, sino la de Cultura. ¿A qué se dedicará entonces el Espacio Joven? Tampoco tengo respuesta para eso. Espero que no sea para acoger exposiciones sobre prevención, ni exposiciones itinerantes provenientes de alguna universidad o de alguna caja de ahorros. También espero que el Espacio se dedique a ofertar talleres con los que lograr a duras penas algún tránsito de gente joven.

Y aunque es cierto que, como la Plaza, las dotaciones técnicas son escasas o nulas, espero que sí haya una intención de abrir el espacio a la juventud, y digo abrir con todas sus consecuencias: no para actividades programadas, sino para el uso y disfrute, para estimular la imaginación de esa gente joven de modo que pueda decidir qué es lo que puede y quiere hacer allí, en su espacio. De momento no veo que se esté dando paso alguno, ni adelante ni a los lados, pese a que este nuevo edificio cuenta con la opinión y la experiencia del Consejo de Juventud, compuesto por diferentes grupos que mantienen un contacto directo con la población juvenil. Quizás sea cuestión de esperar un poco más para que nos sorprendan, no con grandes fastos sino con esos primeros granos de arena. Mientras tanto, el Consejo de Juventud va a cumplir un año, y el Espacio Joven seis meses. Esperemos.

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