Español y doblado
Abandonad toda esperanza, salmo 247º
La semana pasada me ocurrieron varias cosas inusuales, cada una más estrambótica que la anterior: fui al cine dos veces, las dos a ver una película española, y me encontré con que ambas, acabáramos, eran en versión doblada. Pues así me quedé yo: español y doblado. Sobre todo cuando fui a ver Buried, filmada en inglés con pulso firme por Rodrigo Cortés, pues no se imaginan lo mal que lo pasé para pedir la entrada a la taquillera: si me pasaba de listo y lo pronunciaba como se debe, corría el riesgo de que me tachara de prepotente; si lo hacía tal como se escribe podría pasar que la chica fuese anglófona y se riera para sus adentros pensando: "Vaya paleto". Así que pedí una entrada para Enterrado y santas pascuas.
La película, ya lo habrán leído por ahí, es un auténtico tour de force narrativo de hora y media cuya acción se reduce a un ataúd de madera donde el protagonista ha sido recluido: los únicos recursos con los que cuenta para descubrir cómo salir de allí son un Zippo y un móvil con los menús en árabe y con la batería a media carga. Cortés -cuya anterior (y primera) película fue la soberbia Concursante- logra la hazaña de mantener en vilo al espectador durante todo el metraje, y créanme que se pasa bastante mal si uno establece cierta empatía con Ryan Reynolds, actor que siempre me ha caído bien a pesar de ser el marido de Scarlett Johansson: aquí está espléndido, y todo el peso del film (y de la arena que se filtra en la caja) recae sobre sus hombros. No les desvelaré si para el protagonista el asunto termina bien o mal, pero sí les diré que al que le va a ir muy bien es al director, que ya prepara un film en Estados Unidos con Robert De Niro y Sigourney Weaver. En cuanto a Buried, eso sí, a los fanáticos del cine entendido como espectáculo visual igual les parece por razones obvias un poco sosa, pero si esto ocurre, al volver a casa uno se pone el DVD de El gatopardo de Visconti y au.
La otra película que fui a ver es la catalana Pa negre, y aunque esto sí sé pronunciarlo bien no me quise arriesgar y pedí una entrada para Pan negro. La cinta supone el regreso tras ocho largos años de Agustí Villaronga, que me parece uno de nuestros mejores cineastas aunque trabaje menos que el sastre de Tarzán; eso sí, como a este no será porque no quiera sino porque no le dejan. Villaronga, autor de películas siempre a contracorriente como Tras el cristal, El mar o Aro Tolbukhin, toma como punto de partida textos de Emili Teixidor para reflejar un mundo, el de la más dura posguerra, donde los niños viven condicionados por las mentiras de los adultos, y donde no es difícil advertir la herencia de un título seminal de nuestro cine: El espíritu de la colmena de Erice. De paso, el realizador mallorquín retrata esos mismos bosques ominosos y fantasmagóricos que tan bien supieron captar con sus cámaras Cuerda, Gutiérrez Aragón, Olea, Plaza o Del Toro.
Son dos películas estupendas que dudo mucho sigan todavía en cartel aunque las hayan doblado para su exhibición. Las que sí podrán ir a ver son cosas como Paranormal Activity 2 o Ga'Hoole, aunque tendrán que pasar por el mal trago de pedir las entradas.
Buried (Enterrado) y Pa negre (Pan negro) se proyectan en cines de toda España.