Españoles por el mundo
Abandonad toda esperanza, salmo 551º
Los divulgadores, críticos y demás estudiosos del cómic que defendemos que este es un lenguaje, un arte y una industria pero en ningún caso un género todo él, tenemos en la historieta de contenido testimonial una de las pruebas principales que avalan nuestra postura. Y es que al igual que sucede en el universo literario, y recurriendo a las etiquetas habituales del ámbito anglosajón, también podemos distinguir entre tebeos de ficción y de no ficción. Por supuesto, al hablar de estos últimos toca referirse a aquellas obras que, por su rigor informativo en pos de una cierta objetividad, podríamos tildar de periodísticas. Y como ya se ha dicho en muchas ocasiones, hablar del periodismo en el noveno arte es hablar de Joe Sacco, el autor de origen maltés que ha firmado obras como Gorazde: Zona protegida, El mediador o Notas al pie de Gaza; y en cuya figura se mira casi cualquiera que quiera cultivar el género del reportaje en viñetas.
Pero si es verdad que Sacco es la figura más representativa del cómic periodístico y por tanto auténtico buque insignia del mismo, no es menos cierto que -tal y como demostraré en las líneas que siguen- también se cultiva este, ahora sí, género en la historieta española contemporánea. Y si hay un antes y un después de la obra de Sacco, en mi opinión también habrá muy pronto un antes y un después de La grieta. Porque esta novela gráfica, publicada a finales del año pasado, debería generar un doble debate: por un lado, sobre la propia naturaleza del medio, en la medida en que -recuperando la propuesta de las viejas fotonovelas pero multiplicando exponencialmente su alcance narrativo y su poderío visual- pone en entredicho algunas de las definiciones ortodoxas del concepto de historieta sin renunciar a las herramientas más básicas y definitorias de su lenguaje. Y, por otro lado, también debería hacernos reconsiderar el uso muchas veces indiscriminado de etiquetas como la de "una obra necesaria", que minimizan su fuerza neutralizándolas una vez necesitamos recurrir a ellas con urgencia. Y es que lo que han construido en sus páginas el fotógrafo Carlos Spottorno y el periodista Guillermo Abril no tiene parangón no ya en el campo del cómic, sino ni siquiera en el del periodismo actual. Ganadores ambos del prestigioso World Press Photo en 2015, viajaron juntos a petición de la redactora jefe de El País Semanal hasta algunos de los lugares más conflictivos del globo en lo referente a la vigilancia de sus fronteras y el consiguiente drama de inmigrantes y refugiados. De allí surgió, además de varios reportajes y portadas, quince cuadernos de notas y la friolera de 25.000 fotografías que ahora, tras tres años de arduo trabajo, cobran la forma de una novela gráfica de la que Spottorno se responsabiliza de la dirección y las fotografías, Abril de los textos y ambos al unísono del guion. Y el resultado del proyecto es un relato gráfico sobre lo que sucede en las fronteras de la Unión Europea cuya lectura resulta imprescindible para entender la crisis de identidad que sufre el Viejo Continente, y que no me extrañaría que fuera galardonado con el Premio Nacional del Cómic dentro de unos meses... Y les recuerdo que con lo último de Auladell acerté de pleno.
Otro autor de cómics que también viajó a algunos de los lugares más calientes del planeta fue José Pablo García. No es de extrañar que la organización Acción contra el Hambre contactara con él para que contara en viñetas lo que sucede actualmente en Cisjordania y Gaza, el territorio palestino ocupado: ya en Las Aventuras de Joselito demostró su interés por el trabajo de documentación previo, pero lo que resultó una verdadera prueba de fuego al respecto fue su adaptación de La Guerra Civil española de Paul Preston. Ahora, en Vidas ocupadas, relata a modo de cuaderno de viajes en primera persona sus peripecias en Palestina, desde Nablus hasta Gaza pasando por Jerusalén o Ramala; una verdadera odisea en la que vuelve a dar cuenta de su habilidad a la hora de mantener un equilibrio perfecto entre el rigor documental y el entretenimiento divulgativo, haciendo gala de un sentido del humor muy de agradecer y que parece resultar más propio del slice of life del cómic indie norteamericano cultivado por autores de obra autobiográfica como Chester Brown o Joe Matt. Un último apunte: es de justicia señalar que parte de los fondos recaudados con las ventas de esta obra se destinarán a proyectos de Acción contra el Hambre, lo que todavía subraya más la necesidad de que llegue al mayor número de lectores posible.
Al igual que la anterior, también forma parte de un proyecto social y se concibe con una diáfana intención divulgativa el cómic Asylum, integrado en la iniciativa "Memorias compartidas: una mirada al derecho de asilo desde las experiencias de exilio durante el franquismo" que coordina CEAR-Euskadi (Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi) en colaboración con la Fundación Gernika Gogoratuz. Pero no tema el lector encontrarse con uno de esos tebeos en los que su naturaleza didáctica acaba por sepultar sus valores artísticos, pues nada más lejos de la realidad: su autor, Javier de Isusi, ya había demostrado en Historias del olvido, una obra doblemente colectiva -de autoría y de protagonismo-, su habilidad para entremezclar las vidas de varios personajes; y aquí utiliza el personaje de una española nonagenaria que tuvo que exiliarse a Francia y Venezuela tras el estallido de la Guerra Civil para articular un relato coral que nos presenta a otros personajes que también tuvieron que huir, si no de un conflicto bélico, sí de otras lacras de la sociedad como la homofobia, el feminicidio o la explotación sexual. Una historia (aunque mejor sería hablar de historias en plural), conmovedora y que nos permite penetrar en el drama íntimo que se les escapa a los noticiarios televisivos y las páginas de los periódicos.
En resumidas cuentas: tres obras necesarias. Pero esta vez no es una etiqueta: son obras necesarias de verdad, de esas que cuentan historias que había que contar y que hay que leer sí o sí.
La grieta, Vidas ocupadas y Asylum están editados por Astiberri, Dibbuks y CEAR-Euskadi respectivamente.