Este año estoy al cien por cien como una anaconda y voy a ir
Este año estoy al cien por cien. Este año siento dentro de mí la fuerza de una anaconda o un tiranosaurio. Lástima le tengo a quien se atreva a cruzarse en mi camino. Este año el colegio va a ser una verdadera matanza, van a sentir pánico como yo lo sentía hasta ahora.
Me verán cruzar los pasillos y será como si un huracán barriera la tierra con un mensaje terrible y desalentador: no podéis esconderos, no tenéis escapatoria porque vais a conocer la cruda y desnuda ira original. Estoy llena de rabia y deseando que algún bravucón de tercero o cuarto se atreva a dirigirse a mí con alguna barbaridad típica de imbécil para saltar sobre él y arrancarle las orejas o los dedos o los codos de un mordisco o de un zarpazo. Creerá que está siendo atacado por un animal salvaje, por un monstruo de esos de videojuego que te sacan el corazón antes de que puedas ni siquiera taparte la cara por el horror. Y gritaré con tanta fuerza y tan terroríficamente que será como el grito de cólera de una criatura del inframundo, como una sirena del infierno, y tendrán que venir docenas de psicólogos de apoyo a atender a los cientos de niños y niñas que rogarán para que los saquen de allí, para que no les lleven a aquel lugar donde está Úrsula, la bestia desatada, la fuerza de la naturaleza convertida en cazadora de la especie humana, la pesadilla mitológica renacida para acabar con todos y cada uno de los que se empeñan en obligarla a volver a ese abismo disfrazado de lógica educativa y socializante, a ese campo de exterminio y perversión de almas que rápidamente abrazan la nueva fe del insulto y la envidia y la mezquindad moral. Cruzaré los pasillos con mi aura de fuego y soltando rayos carbonizantes a diestro y siniestro, me dará igual que sea contra dulces angelitos de preescolar (que en cualquier caso pronto serán convertidos) o profesores llenos de tics faciales y al borde de un ataque de histeria. Aniquilaré toda forma de vida que se cruce en mi camino y la columna de humo y gases tóxicos se elevará hasta el cielo como la señal de una nueva era, el reinado de Úrsula la destructora de mundos, la justiciera que redujo a arenilla las montañas de la hipocresía y desecó los océanos de la desvergüenza. [Las venillas de sus ojos se multiplican y crecen como ríos y afluentes de sangre.] Voy a ir. Ya lo creo que voy a ir. Este año los libros solo hablarán de mí, yo seré la única asignatura, yo seré el examen y la calificación, el sistema métrico decimal y la ley de Arquímedes, la regla y la excepción, las formas verbales no personales y el lexema de las palabras, el eclipse de sol y la luna llena; este año estoy al cien por cien como una anaconda y voy a ir, aunque tenga que arrastrar conmigo toda la energía nuclear del mundo, porque si pienso que no quiero ir, si empiezo a pensar, como otros años, que no quiero ir y que me moriré si voy, y que mi vida parece perderse por un oscuro desagüe cuando camino hacia esa guerra y llego a la altura de las vías de tren y quiero detenerme ahí, no continuar, nada más quedarme ahí, para siempre, y esperar no sé qué.