Sociedad

Este fin de semana el Castillo de Villena ha despertado

Era una noche sin luna, de esas en las que le cielo aparece taladrado por miles de estrellas, a través de las cuales se filtran los rayos de luz del exterior del Universo. Una sombra se deslizaba por las murallas heridas de muerte. Su figura, antes esbelta y arrogante, ahora estaba marchita de pena y dolor. El moro de altivo semblante, cimitarra valiente y fe inquebrantable, lloraba arrodillado ante su imagen por la batalla perdida. A sus pies, la bella ciudad, antes árabe, lloraba.
Todo estaba en calma. Únicamente las banderas ondeaban al viento y los penachos se enredaban unos con otros en una extraña danza. A veces, parecía que desde muy lejos llegaban a nosotros murmullos y cánticos traídos por el viento. Los habitantes del poblado estaban entregados a sus quehaceres diarios. Tras las murallas del castillo todo estaba en silencio. De pronto y sin saber por qué, el silbido de una flecha disparada rasgaba ese dulce manto dividiendo el espacio en dos. Inevitablemente, a ésta le siguieron otras muchas que acababan estrellándose sobre las dianas dispuestas en hilera al fondo del patio de armas de la ATALAYA. Dos flechas empeñadas en clavarse en el mismo sitio se perseguían incansables hasta chocar una contra otra justo en el centro de la diana. El ambiente era realmente sobrecogedor… Los arqueros no podían dejar de disparar con sus arcos, que cobraban vida entre sus manos. Una mágica luz lo envolvía todo. Parecía que los muros del castillo recuperaban la memoria de aquella dura época en la que hombres y mujeres luchaban por sobrevivir, respetaban la palabra, ensalzaban el valor y el honor, y conocían perfectamente el ciclo de la naturaleza…

Durante este fin de semana, los días 10 y 11 de marzo, Villena ha hecho un viaje a través del tiempo. Habitantes y visitantes han podido disfrutar de un trocito del Medievo. Han podido pasear por sus calles, degustar su comida, conocer a sus habitantes y revivir con ellos otros tiempos. El Castillo de la Atalaya también ha despertado de su largo sueño y ha compartido con todos un poquito de su historia.

Los arqueros del Club de Tiro con Arco de Villena han colaborado en ello, dotando a sus entrañas de una actividad conocida por el hombre desde la prehistoria. Desde sus murallas se han podido rememorar innumerables batallas. Incluso, si prestabas atención, se podían oír tambores de guerra, choques de armaduras y metales, y los cascos de los caballos entregados a la carrera. Los silbidos y golpes de las flechas sobre los espartos, elevaban su canto sobre las almenas. Y los visitantes pudieron experimentar por sí mismos estas sensaciones, al dispararse también sus emociones junto con las flechas que los más atrevidos quisieron lanzar.

Fdo.: Lola Gil (Club de Tiro con Arco de Villena)

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