Cultura

Estos parques

Tomando una caña allí en el Flor a media tarde echo una mirada alrededor. Me llega el recuerdo de aquel otro Paseo, el que conocí durante largos años. Traigo a esos ojos que solo miran dentro un recuerdo tan nítido como vago, si eso es posible. Y pienso, vayan ustedes a saber por qué, en aquella teoría de la adaptación en la que solo quienes fuéramos capaces de adaptarnos a los cambios podríamos salir adelante. Teorías que luego se convierten en teorías de moda para ir pervirtiéndose hasta llegar a las diferentes variantes que ofrecen revistas y suplementos culturales. Adaptación. Conseguido. Qué poco nos ha costado conformarnos con este nuevo concepto de Paseo de estilo más septentrional. Adaptación…, o conformismo, aceptación de que si somos el pez chico seremos engullido por el grande.
Sólo es el tercer trago de cerveza, de modo que será la temperatura del líquido más que el alcohol el que seduce mi visión. También ayuda Agustín a centrar la mirada en el nuevo paseo, descubriéndome por ejemplo esos ocho centímetros de hierro que se asoman sobre la zona de tierra cercana a la fuente, a pocos metros del grifo hacia donde la chiquillería acalorada corre para refrescarse. Vienen malos tiempos para el parque –digo, o pienso, con los pies ya metidos en este mes de junio. Y para ilustrar la frase traigo la imagen del pasado año, cuando don S. aprendió a comprobar la temperatura de los juegos infantiles antes de entregarse a ellos alocadamente. Lo aprendió él solo, empíricamente, como tantas cosas que se aprenden cuando no levantas un metro del suelo. Malos tiempos para estos parques, que apenas se entregan un par de horas al comienzo de la mañana y otro par de horas antes del anochecer. Como aquel del Ambrosio Cotes y algún otro más. Falta de árboles, o de edificios, o de cualquier cosa capaz de dar un poco de sombra durante algunas horas del día.

Sería oportuno, entrados en este tema, proponer un ejercicio de frío cálculo relacionado con nuestros parques. Un ejercicio tipo foto-denuncia, que nos permitiera recopilar al menos un porcentaje de los problemas y peligros que presentan este tipo de espacios; facilitando así información sobre el deterioro de las zonas infantiles, si quisiéramos concretar, ya sea por mal uso o por la obsolescencia de los materiales (prematura o por su mala calidad). O información sobre las rutinas, las costumbres o las expectativas que en Villena mantenemos de estas zonas verdes, de recreo, de socialización… Información que nos permita intervenir en estos espacios con los mínimos medios económicos y con menos protocolos políticos (de esos de veinte mirando y dos plantando un árbol), para que sean cada día más aquello que deseamos: lugares que formen parte de nuestras vidas: apetecibles, reconfortantes y útiles.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba