Fiestas

Extraordinaria corrida de toros

Resulta habitual que un cartel de toros se aderece con adjetivos extraordinarios: Monumental mano a mano, grandiosa novillada, magnífico espectáculo, sensacional corrida mixta… que se me ocurren con sólo levantar la vista hacia los que tengo en mi despacho. Mucho más en la Villena de la actualidad.
El origen de la tauromaquia como fiesta se encuentra en las Funciones Reales, corridas de toros protagonizadas por nobles ayudados por mozos, que se celebraban con motivo de algún hecho significativo acaecido en la Corte, fundamentalmente hazañas bélicas, nacimientos y bodas reales. Eran festejos que se organizaban en nombre del rey para conmemorar sucesos de interés en fechas especialmente festivas durante el Reinado de los Austrias. De estos ancestros adquiere también el nombre de Fiesta Nacional, aunque esta denominación resulte un tanto nociva según donde se pronuncie y porque además, en 2013, es mucho menos nacional que fiesta.

Como la historia de Villena es un fiel reflejo de la de España, también aquí existe desde esos tiempos la costumbre de correr toros en fechas y celebraciones señaladas, ubicándose los primeros festejos taurinos de los que se tiene constancia a finales del siglo XVI.

Con la llegada del siguiente siglo –y a nivel nacional–, se fueron popularizando aquellas incipientes corridas de toros con el ánimo puro y duro del divertimento de los paisanos, naciendo entonces lo que se denomina “afición” y que ha llegado hasta nuestros días, afortunadamente primando la calidad por encima de la cantidad.

José María Soler, en su conocido trabajo Esquema histórico de la Comparsas de Moros y Cristianos, expone que desde finales del siglo XIX los toros comienzan a integrarse en las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena, y desde 1924 –inauguración de la antigua plaza– los toros ocupan un hueco en el programa de actos, salvo en contadas excepciones y en las nunca sucedió nada... hasta que nos dio por politizarlo convirtiéndose en objeto de discordia civil, de lo que sacan provecho los cuatro de turno, a pesar de que ni siquiera bajo el mandato de los Verdes se han dejado de hacer corridas, lo cual es cosa buena. Sin embargo, lo malo viene cuando se comprueba que estos mismos que permiten cumplir con la tradición del día 7, cercenan la libertad durante el resto del año.

Pacto de gobierno
Entre los tres partidos que forman la coalición del gobierno existe un pacto por el que quedan prohibidas las corridas de toros en Villena con la excepción del 7 de septiembre, y en alguna reunión he captado el mensaje que sería posible un canjeo: se podría celebrar una corrida fuera de fiestas a cambio de la de fiestas, empresa que se antoja muy difícil de promover porque en Villena lo que de verdad gusta es la Retreta por encima de los toros.

Sobre esta tesitura hallamos dos factores concursales como son los festeros que consideran inamovibles algunos actos seleccionados y los radicales antitaurinos locales que la emprenden con los taurinos en vez de reprochar todo lo reprochable a quienes –dentro de su propio entorno– posibilitan que en Villena tenga lugar algo parecido a una corrida de toros.

Los dirigentes festeros son capaces de modificar cada año un par de docenas de actos pero se estremecen si se promueve un cambio no autorizado por ellos. Recuerdo una entrevista en la tele –omitiré los datos identificativos para evitar escarnios- durante la que un digno mandatario festero se rasgaba la vestiduras por el hecho de que se hubiese alterado una hora el Desfile de la Esperanza, y se apoyaba en que Villena tiene la obligación de defender sus tradiciones. Minutos más tarde y en la misma entrevista, cuando se le preguntaba por la nueva Romería, se autoimpuso una medalla presumiendo de haber sido uno de los que abogaron por este cambio memorable. Todo dicho y expresado en el espacio de un chavo, lo que hay que ver.

Cuando escribo estas líneas, los tejemanejes para organizar la corrida del día 7 se hallan en plena efervescencia y puede suceder cualquier cosa a pesar de que me consta que las conversaciones del Ayuntamiento con algunos empresarios taurinos se vienen produciendo hace meses.

Quiero recordar que la Tauromaquia no es una opción política, ni es de derechas ni es de izquierdas, por lo que los políticos nos deberían dejar en paz. Dejen vivir a la Tauromaquia en paz, sin más interferencias que el cumplimiento de la legislación vigente, y haya o no haya corrida el día 7 de las narices, que exista libertad para organizarlos otro día, porque a lo mejor salimos ganando.

José Luis Barrachina Susarte

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