Falsos representantes
No sé muy bien si es propia o ajena la vergüenza que como villenense he sentido cada vez que he visto repetidas las bochornosas imágenes del último Pleno Municipal celebrado por nuestro ayuntamiento.
La cuestión ahora ya no está en quién tiene o quién no tiene razón, ahora la cuestión está en que, si alguna credibilidad tuvieron los representantes de la Plataforma de afectados respecto de la pulcritud de sus actuaciones, con su indecorosa actuación ante el Pleno la han perdido totalmente sin que ninguna excusa les pueda servir para convencer a ningún ciudadano de bien de la neutralidad y limpieza de sus intenciones.
Por mucho que determinados medios se alimenten y permitan desde el legítimo derecho a la libertad de expresión que algunos ciudadanos ocultos toda la vida en el anonimato aparezcan repentinamente como predicadores del Apocalipsis, por mucho que algunos, antaño respetables comerciantes, pierdan hoy la vergüenza presentándose como expertos en urbanismo, por mucho que honrados vecinos hagan comparsa del predicador apocalíptico, por muchas firmas que se recojan, no deberíamos nunca olvidar que la máxima expresión de la voluntad popular ejercida con todas las garantías que otorga nuestro Estado de Derecho, garantías que no pueden demostrase por quienes tan impúdica como ilegítimamente se autoproclaman representantes de una mayoría de ciudadanos, está manifestada en la figura de nuestros representantes políticos, y que le pese a quien le pese, sobre ellos recaerá la responsabilidad final de lo que se haga o lo que sería peor, de lo que no se haga por Villena.
Que personas repentinamente eruditas, ahora más que nunca claramente decantadas a favor de determinadas opciones políticas y más que seguros candidatos a engrosar las filas de oportunistas iniciativas independientes, o no, con las que seguir saliendo en la tele, traten de bloquear el desarrollo de Villena, podría ser hasta comprensible, pero si la obcecación de personajes sin futuro que sólo aparecen por un tiempo para medrar en lo personal, diera al traste con las opciones propuestas por quienes están obligados a gobernar, sería irreparable e imperdonable para quienes, a pesar del poco ruido que hacen, quieren una Villena más próspera y con un futuro mejor para nuestros jóvenes.
Gobernar es un riesgo que hay que asumir y para eso fueron elegidos quienes forman el gobierno de la ciudad. Sin la aceptación de ese riesgo, Villena, una vez más, continuará siendo el vagón de cola de un tren que ya no avanza y en el que, eso sí, comerciantes sin visión de futuro camparán, no se sabe por cuanto tiempo, a sus anchas.
Villena merece de una vez por todas fijar sus objetivos mirando al futuro bajo el orden que fijen sus políticos, sean del signo que sean, en el gobierno o en la oposición, pero comprometidos con su pueblo para cuyo fin fueron elegidos. Aceptar la presión, por grande y obscena que ésta sea, de un grupo de vecinos maleducados que a pesar del despliegue propagandístico llamando a la asistencia a todo el pueblo, no fueron capaces de congregar a más de ochenta vecinos, habría sido de una irresponsabilidad que, repetida una vez más, sólo serviría para estancar el crecimiento de la Villena que la mayoría queremos.
Nuestra alcaldesa, guste o no guste, es la legal y legítima representante de todos quienes vivimos en esta ciudad. Como tal y con su actuación, mucho más tolerante y respetuosa de la que algunos merecían, salvó a este pueblo de la vergüenza en la que unos maleducados que sólo se representan a sí mismos pretendieron sumirnos a todos.