Falta de espíritu
Abandonad toda esperanza, salmo 168º
Dejémoslo claro desde el principio: The Spirit, la película, es mala. Muy mala. Nefasta. Porque lo que cuenta no es capaz de interesar a nadie, porque los actores parecen desganados o están pasadísimos de rosca -el villano que compone Samuel L. Jackson es de los más antipáticos y cargantes que se hayan visto nunca-, y porque los personajes acaban pareciéndonos increíbles no ya por su idiosincrasia, sus habilidades particulares o su aspecto externo, sino porque están construidos sin rigor alguno, no hay drama humano detrás, y por tanto parecen tentetiesos en manos de un maestro de marionetas epiléptico.
Este no es otro que Frank Miller, que después de la experiencia conjunta con Robert Rodríguez a las riendas de Sin City se lanza al ruedo de la dirección en solitario y sale corneado: otrora uno de los autores más interesantes del cómic de los años 80, con obras maestras en su haber de la talla de El regreso del Señor de la Noche (para el que esto suscribe, el mejor tebeo de Batman de la historia), Ronin, Elektra: Asesina o Give Me Liberty, Miller parece olvidar que el lenguaje cinematográfico no es el mismo que el del cómic, y en The Spirit se dedica a incrementar los errores de Sin City (aquella estética de cartón piedra a base de escenarios infográficos) y a sepultar sus aciertos (los diálogos de aquella, negrísimos, demostraban el oficio del alma máter del proyecto, y en The Spirit solo provocan sonrojo y vergüenza ajena).
Lo más triste del asunto es que, dado el alcance mediático del cine frente a un arte más minoritario como el cómic, millones de personas en todo el mundo creerán que The Spirit es eso que han visto en pantalla. Mientras tanto, las historietas originales de Will Eisner descansan en los anaqueles de las librerías esperando a que alguien se decida a descubrir las joyas que albergan en su interior. Sepan ustedes que desde hace años se vienen publicando Los archivos de The Spirit, una imprescindible edición en tomos de lujo de todas las historietas del personaje publicadas desde 1940, en las que el autor de Contrato con Dios exploró las posibilidades de la narración gráfica dinamitando cuanta restricción se encontró a su paso. Y para aquellos que se conformen con tener una idea formada del original, y aprovechando la coyuntura del estreno en cines, se ha publicado Lo mejor de The Spirit, una antología de las mejores historias a un precio bastante asequible.
Pero dejemos a un lado a Spirit para centrarnos en el otro Will Eisner, menos popular pero el que a un servidor más le interesa: alejado de los relatos de género, Eisner fue también el mejor cronista de la intrahistoria de los Estados Unidos dentro del medio, así como el primer impulsor -como lo fue de tantas otras cosas- del cómic autobiográfico, hoy tan en boga. No dejen escapar pues La vida en viñetas, que incluye narrados con trazo maestro la historia de su familia o sus comienzos como autor en el difícil mercado editorial. Es en esas páginas o en los cómics escritos por Frank Miller donde encontrarán muestras palpables del talento de ambos, y no en el engendro tedioso, deslavazado y ridículo que pulula por nuestros cines robándoles pantallas a propuestas de más interés.
The Spirit se proyecta en cines de toda España; Los archivos de The Spirit, Lo mejor de The Spirit y La vida en viñetas están editados por Norma Editorial.