Fiestas del Medievo XIII
Que las Fiestas del Medievo de Villena hace tiempo que dejaron de ser un chiste, un capricho, una moda, creo que resulta un tema que ya no da pie a la discusión (si es que en algún tiempo pudo ser así y alguien hubiera querido andarse por ahí). Hoy, ya digo, las Fiestas del Medievo de Villena no admiten réplica, como no la admite cualquier actividad con bagaje y personalidad. Aún así seré yo uno de esos de los que siempre hay que se empeñan en poner los puntos a las íes. No hoy, por supuesto, cuando lo que toca es dejarse llevar por la magia previa y exhibir con desmesura nuestro orgullo por el terruño y sus capacidades.
Yo mismo y cualquiera de ustedes, queridas personas, hemos podido ver y vivir el obstinado y sincero empeño de uno de nuestros barrios por establecer esta cita anual. Un evento temático, cuya apariencia en principio podía resultar ajena y artificial, pero que unido a un proceder inteligente ha conseguido resistirse a la tentación del bello artificio de aplauso fácil. La organización de la Feria en cambio ha preferido no olvidar el sentido que realmente es capaz de sostener las bases de trabajo, la implicación de personas y asociaciones, las razones que vinculan estos tres días de Feria con los cientos de días de trabajo y con los trescientos sesenta y cinco días de vida en el barrio. Y eso es realmente lo que olemos cuando participamos en esta fiesta, sí, no se rían: es ese aroma que queda bajo los vapores de la paja, el incienso, la pólvora, las tortas de las sartenes, el sudor
Lo crean o no, en definitiva eso es lo único verdadero, como en el teatro cuando tragamos saliva y sentimos un sabor final que nos hiere aunque sabemos que encima del escenario solo hay actrices y actores y cartón-piedra, y que nada de lo que hemos presenciado ocurre en realidad.
Algo ocurre en nuestra visita al Barrio del Rabal (no desde luego en ese cuello de botella al circundar la Plaza Mayor) que logra cautivarnos. Invadimos sus calles descubriéndolas con asombro, porque hay minutos y espacios magníficos desocupados del trasiego multitudinario de horas punta y actividades aglomeradas, donde sentir la seducción del entorno. Ahí es donde cobra valor el espacio y ahí es donde se agradece que todo esto también tenga como sentido la recuperación del barrio. Da igual si usted es de aquí o de cualquier otra parte, porque con seguridad eso es algo que podemos sentir igualmente. Pero si usted además vive en esta Villena, puede que sienta cómo una pequeña vocecilla dentro de su cabeza le dice que esto merece la pena y que puede que usted también pueda ser partícipe de esta fiesta, que también usted puede aportar su particular granito de arena.