Finalizadas las Fiestas del Medievo
Pues sí, han finalizado, qué les voy a contar a ustedes, queridas personas, que no sepan. Un fin de semana, podríamos decir, en que Villena se vuelca con el Barrio de El Rabal, pero que no podemos decir se pongan ustedes como se pongan. Porque a riesgo de meterme donde no me llaman diré que hay fechas suficientes en el calendario para no caer en un solapamiento de actividades que además acaban acusando falta de participación para desgracia de artistas, organización, participantes y quienes no pudieron participar. Y no solo hablo de la nueva Tercera Semana de Ecuador Festero, que también y principalmente.
El caso es que por fin Villena descubrió qué era aquello del Edificio Colache, con sorpresa y con el grado de aceptación que permite una visita diurna con las calles llenas de gente. El Colache, pese a presentar fallos en los acabados (tal y como parece realizarse Todo en los últimos años), se adivina como un espacio con carácter, capaz de dar cabida a muchos proyectos, con personalidad propia. Y este fue un punto a favor, porque después de años de discusiones al fin tenemos la perspectiva de hablar con propiedad de algo que ya no es una fantasía sino un espacio real. Porque aunque usted, usted por ejemplo, obvie la influencia que el edificio puede tener respecto a su entorno, ahora puede considerar las posibilidades que ofrecen sus instalaciones.
El caso es que se dan por finalizadas las Fiestas del Medievo, a las que usted o yo dedicamos mayor o menor atención por cualesquiera que sean las causas (indiferencia, fobia al anacronismo, aglomeraciones ¿o eso fue el domingo a medio día en la Plaza de Santiago?). Y un año más, sean cuales sean las cifras respecto a lo que sea, el evento vuelve a cumplir con las expectativas. Un logro que no resulta sencillo, y que personalmente diría que se alcanza gracias a la conjugación de ciertas extrañas estrellas, o al interés e implicación de un gran número de personas y grupos que encuentran en estas Fiestas un espacio atractivo para desarrollar sus actividades o donde disfrutar del ambiente, del entorno y de la compañía. También es cierto, dicen, que tenemos mayor simpatía hacia aquello que además de una forma física (que podría resultar frívola) alberga en su interior un espíritu trascendente (un sentido inmaterial).
Me alegro por el buen desarrollo a lo largo de los años, y del presente año, de este proyecto. Me inquietan en ocasiones algunas de las líneas que se trazan a su alrededor, pero esa es otra historia. Ahora lo que toca es ser agradecido y como lo estoy así lo digo: ¡Una larga vida a las Fiestas del Medievo!