Abandonad toda esperanza

Fluzo, el refresco del verano

Abandonad toda esperanza, salmo 240º
Para mi hermano, el que más sabe de Regreso al futuro

Últimamente tengo la sensación de ir al cine en un Delorean tuneado: puede uno pasar la tarde viendo a Hannibal Smith y los suyos desfaciendo entuertos, a Stallone y compañía repartiendo guantazos o al mismísimo Freddy Krueger paseándose de nuevo por la calle Olmo. Solo la última vacilada de Angelina Jolie me trae de vuelta al siglo XXI desde ese orgiástico regreso al pasado para el que no me ha hecho falta ni plutonio ni condensador de fluzo.

Esta vuelta a los 80 se debe, más que a que Hollywood se haya quedado sin ideas, a que los adolescentes que se juntaban para ir al cine de ayer son los ejecutivos de los estudios de hoy. Y saben que sus iguales, como harían ellos, pagarán sin rechistar su billete de vuelta para disfrutar de su magdalena proustiana hecha espectáculo audiovisual. Eso es lo que ofrece El Equipo A: un trepidante regreso a la infancia que se disfruta con encefalograma plano pero sin respiro, y donde Liam Neeson se luce diciendo aquello de "me encanta que los planes salgan bien". Sin duda, la película palomitera de este verano.

Recuerdo haber alquilado en el videoclub alguna entrega de Pesadilla en Elm Street uno de aquellos sábados en los que El Equipo A se llevaba de calle -tampoco había más donde elegir- a la audiencia. Y quien dice El Equipo A dice V, que llegó justo antes, o McGyver, que llegó justo después. Hoy aquellos soldados acusados de un delito que no habían cometido comparten la cartelera estival destinada a un nuevo público con acné con el psicópata que domina los sueños. Michael Bay debe estar bañándose en una piscina como la del tío Gilito no solo por dirigir taquillazos de ínfima calidad, sino por el buen ojo que ha demostrado como productor: sin prisa pero sin pausa se ha propuesto rehacer el cine de terror de los 70 y 80, y la nueva Pesadilla no es sino una más (que no es ni mejor ni peor que el resto, pero funciona) en una retahíla de títulos donde también encontramos las nuevas La matanza de Texas, Terror en Amityville, Carretera al infierno y Viernes 13. Eso sí, a Bay se le escapó la mejor de todas: fue el propio Wes Craven quien produjo una soberbia Las colinas tienen ojos para toda una nueva generación de cinéfilos.

La película que dudo comprenda este nuevo público es Los mercenarios de Sylvester Stallone: una cinta de acción "como las de antes", una sobredosis de testosterona tan aparentemente inofensiva como letal. Sly ha sido lo suficientemente inteligente como para reunir presencias de antaño -él mismo y unos decadentes Dolph Lundgren, Eric Roberts y Mickey Rourke- con los nuevos héroes del género -Jason Statham y Jet Li- y hasta con nombres del wrestling -Steve Austin, Randy Couture- que para ustedes y para mí significarán muy poco, pero que para los infantes del extrarradio y sus padres adolescentes son poco menos que dioses. Súmale un par de invitados de lujo y el resultado pasa a jugar en la misma liga que Kill Bill, Planet Terror o Doomsday; esto es, una fiesta revival para espectadores cómplices de la que resulta difícil largarse; lo mejor es servirse un cubata de ron con fluzo, poner un CD con bandas sonoras a base de sintetizador y dejarse llevar.

El Equipo A, Pesadilla en Elm Street (El origen) y Los mercenarios se proyectan en cines de toda España.

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