Cartas al Director

Fortaleza mediterránea al son de las maracas de Machín

La expresión “las maracas de Machín” se popularizó entre el público para referirse a un rasgo que, aunque obvio, resultaba característico y diferencial en el famoso cantante de boleros. Un pequeño e insignificante instrumento que adquiría en manos del cubano una enorme repercusión, un valor añadido.Su significado simbólico representaba fielmente una perfecta simbiosis entre el estilo cadencioso, el ritmo acompasado y una presencia única. Las maracas aportaban un tributo sustancial para la marca del artista. A sensu contrario, mar(a)cas hay muchas, pero ninguna como las de Antonio Machín.
Más allá del sentido literal de la frase, han surgido otras interpretaciones cargadas de connotaciones peyorativas. “Estar como las maracas de Machín” es sinónimo de desequilibrio mental. Y “te mueves más que las maracas de Machín” alude a la exteriorización de un estado de nerviosismo e inquietud.

Algo similar ocurre con “Marca Villena”. Una “fortaleza” sustanciada, paradójicamente, en su mayor “debilidad”. Al tiempo que crece la confusión en torno a un proyecto pagado por todos los villeneros y las villeneras, se está perjudicando la imagen colectiva del municipio.

A esta kafkiana situación contribuyen la incapacidad del equipo de gobierno Verde, con su desinformación, extraño criterio y nula transparencia; además de la irresponsabilidad de alguno de los profesionales contratados, con su actitud improcedente y su actuación injustificada.

La publicación de una inoportuna carta abierta redactada a título personal por uno de los creadores de la marca “Fortaleza Mediterránea” sirve para airear una pésima gestión de este asunto. Si pretende ser una denuncia, llega demasiado tarde. Si pretende reivindicar su trabajo, resulta demasiado demagógico. Si pretende tomar la iniciativa, resulta demasiado oportunista. Si pretende cobrar protagonismo, no es lícito.

Creo que antes de salir a los medios, existen suficientes cauces oficiosos y oficiales para solicitar la convocatoria de una reunión de la comisión correspondiente a instancias de cualquier grupo político del Ayuntamiento. Claro, a no ser que se persiga presionar a los ediles, valiéndose de la opinión pública, para conseguir renovar una relación mercantil sin mediar ningún concurso. Entonces se entiende que en la carta abierta se diga literalmente que la renuncia es “por el momento”. O quizá solo se aspire a mantener intacto el ego, la autoestima o el prestigio profesional culpabilizando del fracaso, si hace falta, a las circunstancias políticas.

Hablar de “esfuerzo”, “dedicación”, “ilusión” y “compromiso” cuando se ha sido bien remunerado por realizar un trabajo de encargo resulta sospechosamente llamativo. Igual que mencionar la “defensa” de la marca en un congreso internacional al que se acude por “voluntad propia”. Es entonces cuando surge una duda, ¿quién está rentabilizando más el proyecto de la marca, Villena o alguna de las empresas contratadas?

Por último, ¿a qué se refiere el profesional del marketing con lo de “democratizar la marca en su gestión”? ¿Alguien sabe de qué modo ha participado activamente la ciudadanía, el tejido socioeconómico local, en la gestación de la marca desde su inicio? Hacer una espectacular presentación en la torre del homenaje del castillo de la Atalaya, como si se tratara de fuegos artificiales, está más cerca de vender humo que de lograr la implicación real del mayor potencial y la mayor fortaleza de Villena, su gente.

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