Francisco Javier Escombro, un líder en proceso de derrumbe
Un apellido familiar, una trayectoria vital y profesional o una figura con proyección pública son algunos de los atributos que pueden favorecer el éxito cuando una persona decide adentrarse en las procelosas aguas de la política municipal. El alcalde de Villena ha repetido mandato apuntalado con el aval de una mayoría absoluta que parece estar dilapidando día a día. Su triunfo electoral, al que contribuyó el apoyo de votantes del Partido Popular y del Partido Socialista, no se fundamentó en lo ideológico, sino en un aprecio y simpatía que parecen estar mudando en creciente desafecto popular (de la ciudadanía).
Si como suelen hacer los medios de comunicación de ámbito nacional se realizara una encuesta sobre la valoración de nuestros políticos locales, tendríamos datos cuantitativos para analizar con rigor la situación. Así solo disponemos de apreciaciones, suposiciones o meras sensaciones. En cualquier caso, la percepción es que el Gobierno verde, con el primer edil a la cabeza, se está desgastando a pasos agigantados transcurridos solo 8 meses desde el inicio de la nueva legislatura.
Francisco Javier Esquembre, apodado cariñosamente como Pachi, está sufriendo en silencio, como rezaba el eslogan publicitario de un medicamento contra las hemorroides, la falta de un equipo solvente para gestionar el municipio. No solo no terminan de solucionarse problemas acuciantes de malos olores, exceso de residuos, suciedad urbana, negligente mantenimiento de parques y jardines, ausencia de transparencia administrativa, nula participación ciudadana Si no que se generan nuevos conflictos con la Universidad de Alicante, la empresa Sufriendo y Gozando, las asociaciones vecinales
El rédito político que supo sacar de su ilusionante primer mandato, en coalición con PSOE y VCD, ha dejado paso a constantes decisiones no exentas de controversia y polémica. Ya no hay excusas. Como Gary Cooper, está solo ante el peligro, en una permanente y solitaria exposición pública. Si eso le dio resultados hace cuatro años, en este momento ya no es suficiente. Hacer acto de presencia en eventos solo vale a efectos protocolarios. Se necesita eficacia para solucionar los asuntos. Una exigencia de la oposición y, lo más importante, de los vecinos y vecinas.
El talante amable y el tono conciliador que contraponía a los gestos abruptos de la anterior alcaldesa Celia Lledó, son menos eficaces pasado el tiempo, debilitado el recuerdo y eliminada la contrincante. Lo que cuenta es el aquí y ahora. Una mayoría absoluta puede ser, visto lo visto, una maldición más que una ventaja. Y presumir de ello en una ponencia sobre municipios verdes sostenibles en Madrid parece más simple postureo demagógico que un referente a tener en cuenta. Los hechos no justifican ni respaldan las palabras ni las intenciones de Esquembre. Los Verdes, después de casi 5 años en la Alcaldía, no son un ejemplo de cambios sociales y políticos ni de eficiente gestión del único gobierno de Europa que cuenta con una mayoría de gobierno ecologista. Si alguien les otorga esa excesiva y complaciente consideración, es que el árbol no les deja ver el bosque. Aunque muy pronto verán los escombros de lo que pudo haber sido y nunca fue. El hedor a podredumbre lo anticipa cada mañana.