Francisco Javier Esquembre, ¿presidente de España?
En tiempos políticos de gran complejidad, resulta muy útil contar con opiniones experimentadas que ayuden a interpretar y entender lo que está pasando. Francisco Javier Esquembre ha publicado recientemente en su perfil de Facebook un comentario que pretende arrojar luz sobre las negociaciones y los pactos para intentar formar Gobierno a nivel nacional. No hay que negar que Esquembre de esto sabe mucho, pues durante la pasada legislatura fue capaz de liderar un tripartito con PSOE y VCD, una escisión del PP, en el Ayuntamiento de Villena. Además, ahora, se ha hecho merecedor de presidir el primer Gobierno verde de Europa con mayoría absoluta.
Más que hablar de estrategias políticas, habría que establecer una política de estrategias. La diferencia radica en que las primeras son algo coyuntural y temporal adscrito a intereses partidistas. Las segundas implican compromisos estructurales más estables que persiguen, supuestamente, el bien común. Asimismo, suelen trazarse dos contrastes entre la política local y la estatal. Mientras las afinidades ideológicas suelen facilitar los pactos para llegar a la Moncloa, las simpatías personales son básicas para tejer posibles acuerdos en un municipio donde todos se conocen. Sin embargo, en uno y otro caso, siempre prevalece el pragmatismo.
Cuando Esquembre considera que el pacto entre PSOE y Ciudadanos no permite la investidura ni refuerza a ningún partido, hay que aclararle que lo primero se refiere a un beneficio institucional y lo segundo a una ventaja electoral. Dos parámetros opuestos y no necesariamente coincidentes que no conviene mezclar. Desde un punto de vista ético, por supuesto, debería primarse intentar garantizar la gobernabilidad sin caer en incoherencias antes de ir a unos nuevos comicios.
Afirmar con tanta seguridad que gana el PP al mantenerse vigentes casi todas las políticas de recortes que ha implantado, demuestra tres cosas. Que el alcalde se ha revisado a fondo el documento íntegro del acuerdo PSOE-Ciudadanos; que se ha hecho eco solo de las informaciones periodísticas y las editoriales de los medios de comunicación más críticos; o que participa del argumentario interesado de los partidos a la izquierda del PSOE. Como supongo que el tiempo que dedica a los asuntos municipales le ha privado de una lectura concienzuda y objetiva, tal vez su visión esté mediatizada y sea sesgada. Simplificar las cosas no contribuye a encontrar soluciones. Incorporar al equipo de gobierno de Esquembre a exconcejales de Celia Lledó podría haberse interpretado de muchas maneras, pero nunca como que daba continuidad a las políticas de la exalcaldesa popular. Aunque Richart y Pedrosa fuesen también corresponsables de las decisiones del PP en su momento. Sánchez y Rivera, al menos, no van a contar con exministros de Rajoy.
Por último, cuando Esquembre alude al exceso de estrategia y miedo escénico de Pablo Iglesias o a que Pedro Sánchez no ha sabido manejar la propuesta del rey, se olvida de que entre ambos tampoco suman los votos para asegurar una investidura. Lo de Iglesias es egolatría y falta de lealtad. Lo de Sánchez, inconsciencia y pecar de iluso. En todo caso, ¿qué hubiera pasado si en las negociaciones para formar gobierno en Villena hace cinco años el PSOE hubiese exigido la Alcaldía compartida? En su derecho estaba, pues la diferencia de concejales era mínima. Pero aceptó el resultado electoral y el papel que le tocaba desempeñar. Si el partido Verde, PSOE y VCD fueron capaces de ceder y formar un gobierno responsable frente al PP, ¿tan improbable sería que PSOE, Podemos y Ciudadanos consiguieran articular una fórmula para llevar a la oposición a Mariano Rajoy? A ver si lo acontecido hace un lustro a nivel municipal va a desmentir las palabras sobre la actualidad nacional.