Francisco Rivera Ordóñez y Francisco Javier Esquembre unidos por la Semana Santa
Las comparaciones son odiosas. Pero esta vez aportan elementos útiles para una necesaria reflexión crítica. ¿Qué relación se puede establecer entre Francisco Rivera Ordóñez y Francisco Javier Esquembre a raíz de sus pregones de Semana Santa?
La figura del pregonero adquiere un significado relevante para las fiestas que son pregonadas. Se supone que la decisión responde a criterios de oportunidad y conveniencia, conforme a los méritos de la persona escogida. En ocasiones, incluso, su popularidad se aprovecha como reclamo promocional del evento. Y, en cualquier caso, se ha de entender como un honroso reconocimiento que se acepta con agradecida satisfacción.
Mientras que en Elda la elección de Francisco Rivera Ordóñez ha desatado controversias y polémica, en Villena la de Francisco Javier Esquembre ha pasado desapercibida. Los movimientos antitaurinos han proclamado, amparados por la libertad de expresión, su oposición rotunda desde el principio a que el torero fuera el encargado de inaugurar la Semana Santa eldense. De hecho, el pasado sábado numerosos activistas se congregaron a las puertas del teatro Castelar, donde se celebraba el acto, para gritar consignas contra el hijo de Paquirri.
Más allá de otras apreciaciones, el motivo de esta reacción social no ha sido a propósito de su condición de cofrade en Sevilla, su elevado caché pagado con dinero del Ayuntamiento o su fama mediática. Aunque esta última sí habrá influido para intentar darle la máxima difusión y visibilidad a las reivindicaciones del colectivo animalista. A pesar de que Rivera Ordóñez ha anunciado su retirada definitiva, el conflicto ha surgido por ser un torturador de animales, según los calificativos utilizados por sus detractores.
Si el desempeño de una profesión, recogida en la normativa laboral española, provoca quejas y puede ser causa de inhabilitación para ejercer libremente como pregonero, ¿qué ocurre entonces cuando se ostenta un cargo institucional y se pregona una celebración católica de marcado carácter confesional? ¿Se está vulnerando la aconfesionalidad del Estado garantizada en la Constitución? Francisco Javier dejará de ser alcalde. Pero entretanto, el alcalde no puede dejar de ser Esquembre. Siempre hubiera podido renunciar educadamente a ser pregonero hasta un mejor momento para evitar confusiones entre lo particular y lo público.
Algunos argumentarán que existe libertad de culto, que el alcalde representa a todos los villeneros y las villeneras, sean creyentes o no, y que la Semana Santa posee un significado ligado a la tradición cultural, al margen de la dimensión estrictamente religiosa. En este mismo sentido, nos guste o no, la tauromaquia es una fiesta reconocida en el catálogo del Ministerio de Cultura, con una amplia repercusión en el acervo artístico, que actualmente no está prohibida por ninguna ley estatal, autonómica o municipal.
Los animalistas pueden mostrar su discrepancia ante lo sucedido en Elda. Por supuesto que sí. Como los agnósticos y los ateos pueden hacer lo mismo por lo ocurrido en Villena. Y estoy seguro de que votantes y simpatizantes Verdes, un partido que se dice de izquierdas, compartirán mi opinión. Sin embargo, nadie ha elevado la voz para plasmar su disconformidad, hasta ahora.
Se asume con naturalidad que el primer edil villenense acepte la invitación realizada por la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de Semana Santa para pronunciar un discurso en la iglesia de Santa María, anunciando la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Pero se rasgan las vestiduras porque un torero haga lo mismo en un teatro. Cada cual es libre de ofenderse o no, pero sin perder la coherencia. Eso sí.