Fútbol

Fútbol: deporte de muchos pero sentimiento de pocos

Un día escuché a alguien decir que “la suerte se busca”, yo creo que hay veces que “los momentos” también. Todo el año queriendo escribir algo pero nunca encontré el “momento perfecto”. Hasta hoy. Porque las historias cobran vida con el final. Y qué mejor momento para dedicaros unas palabras que el final de este ciclo.
La temporada es como un viaje en tren a un lugar desconocido. Llegas a la estación, nervioso y a la vez ilusionado por no saber que te va a deparar el viaje. Sientes curiosidad por saber quiénes serán tus compañeros en el trayecto. Algunos suben juntos al tren, porque ya se conocían de antes. Otros llegan solos, pero con ganas y confianza. Comienzas con la toma de contacto, se fijan objetivos y a disfrutar. El tren arranca y… buen viaje.

Poco a poco vas cogiendo seguridad y sientes que estás cómodo en el lugar. Las personas a las que no conocías ya forman parte de tu día a día. Habéis cogido confianza, estáis aprendiendo juntos y esto se nota en el terreno de juego. Disfrutáis de cada parada, cada campo es un mundo, nuevas tácticas, nuevos objetivos y aumenta la motivación. Vuestra recompensa está cada vez más cerca porque creéis en ella.

Durante el viaje, hubo personas que tuvieron que bajarse del tren por diferentes motivos: causas personales, estudios, lesiones, etc. Sin embargo, a pesar de la pérdida que supuso para el grupo, han estado a vuestro lado dándoos fuerzas y ayudando en lo posible.

En ocasiones, otras personas tomaron un tren paralelo y a más velocidad para alcanzar al que iba delante. Eso sí, volviéndose a reunir con vosotros en la siguiente parada. Hago referencia a esas personas que con su trabajo y esfuerzo, sumado a la ayuda e ilusión de muchos, tuvieron la oportunidad de debutar con el primer equipo. Más o menos minutos pero cada segundo cuenta y eso, ya nadie os lo quita.

Al mismo tiempo, estaban los que venían por detrás para unirse a vuestro tren. Los juveniles también forman parte de esta gran historia. Habéis confiado en ellos y les habéis dado la oportunidad de aprender junto a vosotros.

Y por último, está el “vagón especial”. El de las maletas. Piezas muy importantes. En las cuales habéis llevado todo lo necesario para sentiros seguros: compresión, cariño y fuerza. Este es el vagón de los familiares, amigos y personas que os han apoyado de forma incondicional. En éste me incluyo y me permito el lujo de hablar de manera subjetiva, aunque en plural por haberlo vivido y disfrutado junto a muchas personas.

Os hemos animado de principio a fin. En los partidos ganados y en los perdidos. Hemos viajado fuera de casa, teniendo miles de anécdotas que contar. Gritado para que sintierais nuestro aliento desde la grada. Aplaudido para que vuestro ánimo no decayera. Llorado por algún tipo de celebración especial en vuestros goles. Sonreído por ver la complicidad que habéis tenido, tanto dentro como fuera del campo. Enfadado por muchas de las decisiones arbitrales. Mojado porque la lluvia no nos daba tregua. Abrazado en momentos épicos como remontadas en los últimos minutos de partido. Guardado silencio cuando una mirada nos decía que no hacían falta palabras. Y todo esto lo hemos hecho de corazón, porque lo valéis y lo merecéis. Sin ningún tipo de pretensión. Simplemente porque os apoyamos.

Y de repente, al igual que, sin darte cuenta, el tren se detiene junto a la parada que lleva el nombre de tu destino… llega el final de temporada. Es entonces cuando echas la vista atrás, sonríes al recordar lo vivido y piensas “ha sido un gran viaje”. No fácil. Pero, ¿qué es fácil? Nada que valga la pena. Valoras cada momento y te das cuenta de que nada es como uno imagina que va a ser. Porque seguro que se han superado con creces las expectativas fijadas en un principio.

Tras el duro recorrido y alcanzado el destino todos lleváis cicatrices. Buenas y malas, físicas y mentales, pero recordar algo: “Las cicatrices de vuestros cuerpos son las marcas del campeón”. Y éstas son las que, de un modo u otro, os hacen crecer como jugadores y como personas.

Escribo estas palabras desde el cariño, desde la amistad. Pero sobretodo, desde la admiración. Tanto el cuerpo técnico como los jugadores habéis hecho lo que más os gusta… disfrutar del fútbol. Y con ello, habéis conseguido (una vez más) hacernos disfrutar a nosotros.

Porque las historias sólo funcionan con el esfuerzo, el sentimiento y la colaboración. Vosotros, este año, habéis escrito una. Gracias y… ¡hasta pronto, chicos!

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