Garrafón
No sé si se habrán dado cuenta de que últimamente la mayoría de términos que se crean para describir algo que antes no existía, y siempre que no tenga que ver con las nuevas tecnologías que utilizan la siglas, se hace de una manera muy sencilla, utilizando el aumentativo de una palabra relacionada ya existente dando así otra connotación a la que tenía inicialmente. Palabras como botellón, decretazo, garrafón y otras de las que, ayudadas por los medios de comunicación, ya todos conocemos su nuevo significado.
El garrafón concretamente, además de una garrafa muy grande, porque ya las garrafas de por sí son grandes y porque si fuera pequeña sería una botella, es utilizado para denominar a la adulteración y fraude que se realiza sobre las bebidas alcohólicas, aunque en algunos casos también se practica con el agua mineral, en sitios como bares, discotecas, chiringuitos, barracas y todo tipo de locales de ocio nocturno, y es llevado a cabo por diversos métodos.
Existen distintas variantes de lo que se denomina garrafón: están los que lo hacen rellenando con agua las botellas medio llenas, que aunque sigue siendo un timo por lo menos no es tan perjudicial para la salud como otras técnicas en las que se rellenan las botellas vacías de primeras marcas con brebajes de menor calidad, y por supuesto menor coste, que compran en envases de mayor tamaño, de ahí el nombre de garrafón, o bien en botellas ya precintadas y rellenadas con el liquido de peor calidad, por lo que cabe la posibilidad de que el dueño del local también esté siendo estafado. Una práctica muy usual y que, aun manteniéndose dentro de la legalidad, no deja de ser un fraude, es la compra de botellas de las mismas marcas pero con una calidad más baja, cosa que el cliente no sabe. Lo último en este tipo de chanchullos es la imitación, que consigue el mismo efecto que el garrafón, que consiste en falsear los envases y etiquetas de las marcas de mayor calidad, cambiándole por ejemplo el nombre, Lirios, Malu, Licor 53 y Caciquo, entre otras. En esta ocasión la habilidad de los camareros para ocultar con la mano la etiqueta mientras te sirven es de principal importancia, aunque la mayoría de casos no es necesario, ya que el que pide no podría verlo ni aunque se lo pusieran delante por el número de copas ingeridas anteriormente.
Si su paladar no se lo advierte antes podrá reconocer el garrafón fijándose en distintos aspectos. El dosificador, supuestamente irrellenable, puede estar manipulado hasta el punto de que, además de no llevar tapón, caigan trozos de plástico al servir la copa. Otro síntoma del posible garrafón puede ser la generosidad del camarero sobrepasando la dosis normal, llegando incluso a duplicarla, haciéndote creer que si esta malo el combinado es porque esta demasiado cargado, ya que si se trata de una bebida de mala calidad parecerá que te ha caído una bola de lava en el estómago. Si el precio de las copas es demasiado barato también podemos sospechar, aunque pagar un riñón por una copa tampoco te garantiza que sea de primera calidad. El síntoma más concluyente y que además puede confirmar nuestras sospechas se da a la mañana siguiente: te levantas con las sienes a punto de estallar y tu estomago parece un embudo, por lo que todo lo que entra acaba saliendo de manera precipitada. La culpa de todo esto la tienen los productos utilizados en la degradación del alcohol, en cantidades mayores en el garrafón, y que provocan esos latidos constantes en el interior de tu cabeza. El etanol se encarga de tu estómago. La única manera de paliar estos síntomas es a base de analgésicos, zumo de naranja y muchas horas de sueño, y aun así no está garantizado eliminar la resaca.
Si bien en la mayoría de casos no se ofrece garrafón, debemos fijarnos muy bien en lo que nos sirven, sobre todo cuando salimos por lugares nuevos, teniendo en cuenta los consejos antes nombrados, aunque si llevamos en el cuerpo alguna copa de más es difícil que prestemos mucha atención a lo que nos ponen, si nos consiguen engañar al día siguiente lo sabremos. De todos modos, ahora no vayamos a echarle siempre las culpas al garrafón, ya que no podemos esperar, después de una noche de fiesta y tras habernos tomado más de cinco cubatas, levantarnos al día siguiente frescos como una rosa. Bebe con moderación y recuerda, si conduces no bebas, y no al revés, porque después de haber bebido no serás tú el que tomes la decisión.