Gastón Segura anticipó en su obra «Las cuentas pendientes» el asesinato de la viuda del director de la CAM
Es habitual, al acercarse a una obra de ficción, encontrarnos con la advertencia Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero no es menos habitual, a la vista de algunos hechos, acabar suspirando aquello de al final, la realidad supera a la ficción. Y eso es lo que ha sucedido con la última obra publicada del escritor de origen villenense Gastón Segura.
Las serendipias descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta no son muy frecuentes (una muy famosa es la manzana de Newton), pero en la literatura se han producido unas cuantas, y en este caso nos referimos a la anticipación del relato literario a un hecho real. La más célebre es la recogida en Las aventuras de Arthur Gordon Pym, donde Edgar Allan Poe hasta vaticinó el nombre de la víctima, Richard Parker, pero hay más, como la lograda por Morgan Robertson en Futility, or the Wreck of the Titan, que describe el naufragio de un barco llamado Titan. Fue escrita 14 años antes del hundimiento del Titanic. Titan y Titanic chocaron contra un iceberg en un mar tan tranquilo como un espejo, cercano a la isla de Terranova. De dimensiones similares, capitaneados ambos por un tal Smith, contaban con pocos botes salvavidas respecto a su enorme capacidad. Resultado, récord de fallecidos, muchos de ellos multimillonarios...
Y he aquí que el asesinato en Alicante de María del Carmen Martínez, viuda del antiguo presidente de la CAM, Vicente Sala, el pasado 9 de diciembre, volvía terriblemente a repetir este extraño fenómeno literario, pues Gastón Segura arrancaba su novela Las cuentas pendientes, publicada por Drácena en 2015 pero escrita entre 2009 y 2010, con el asesinato de la mujer de un presidente de la caja de ahorros de la Comunidad Valenciana. Y lo más escalofriante es que hasta el coche en el que fue asesinada Martínez un Porsche, modelo Cayenne en Alicante, también aparece en la novela y de forma muy significativa. Razón de más para revisitar o descubrir las páginas de una novela que es, en realidad, un triste y verídico retrato de lo peor de una época de la que aún no hemos pasado página.
Las cuentas pendientes
Como toda novela negra, Las cuentas pendientes, bajo su envoltura de ficción, no deja de ser una amarga denuncia; en este caso, sobre los efectos devastadores de la crisis financiera de 2008 en el sector de la construcción y, como consecuencia, sobre esa red bancaria, tan peculiar, que eran las cajas de ahorros y los individuos de dudosa moralidad que las gobernaron.
La trama transcurre en uno de los lugares más castigados por aquel derrumbe general: una provincia del Levante, y gira en torno a la quiebra de uno de esos monumentos a la estulticia que fueron y son los «parques temáticos», cuyo desplome es silenciado por todos los prebostes de la provincia hasta que, «accidentalmente», aparece muerta la exmujer del presidente de la caja de ahorros y