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Gesta de los villeneros Antonio Flor y Raimundo Nuss finalizando la Ultra Trail Camí de Cavalls en Menorca

Los villeneros Antonio Flor García y Raimundo Nuss Giorgis consiguen finalizan una de las pruebas más exigentes física y mentalmente que hay en la modalidad "ultratrail", conocida como Ultra Trail Camí de Cavalls, realizada en Menorca y que constaba de una distancia total de 185 kms.
Esta prueba de ultrafondo consiste en dar la vuelta a la isla de Menorca por un sendero litoral que data de la época medieval y que utilizaban para defender la isla. El pistoletazo de salida se daba el viernes a las 9:00 de la mañana, desde Ciutadella, con un tiempo máximo de 44 horas para completarla. Se inició con un ritmo frenético, algo que supieron manejar los atletas villenenses, regulando la zancada y trazando su estrategia de carrera. Radiaba un sol imponente y el terreno era angosto, con subidas y bajadas, algo que si no se tenía en consideración podía pasar factura a lo largo de la prueba.

Iban pasando los kilómetros, las horas, el cansancio se acumulaba y los temidos efectos colaterales acechaban (calambres, deshidratación, malestar intestinal…) pero con una buena dosificación iban evitando todo esto, y con una buena y muy distendida charla el recorrido se hacía más ameno. Los paisajes eran espectaculares, la puesta de sol, olas rompiendo en las rocas y calas de la isla…

La noche se acercaba y uno de los atletas pensó en retirarse en el km 100, concretamente en Es Castell, debido a las diversas ampollas que le habían salido en ambos pies, pero es ahí donde quizá entró en juego la mente y el compañerismo. En ese momento, cuando las curas y fármacos no conseguían el efecto deseado, fue cuando Raimundo me dijo "te ato la zapatilla" y yo asentí con la cabeza, fue entonces donde entendimos el valor de la amistad, apoyo y espíritu de equipo, gracias Rai, y también Carol, la otra integrantes del equipo junto a Rai y Tony.

Comenzaba una larga y ardua noche por delante, hicimos piña y gracias a ello conseguimos superarla con éxito, eso sí, con las fuerzas muy mermadas después de 24 horas de prueba… Amanecía y los primeros rayos de sol eran bien recibidos, pues sabíamos que a lo largo de este día cruzaríamos la tan ansiada meta, aunque solo fueron bien recibidos esos primeros rayos, pues los siguientes estaban de más, pues ayudaban a quemar nuestra tez y a deshidratarnos todavía más. Sol, kilómetros, cansancio… todo ello no era suficiente como para que pensásemos en otra cosa que no fuera el llegar a Ciutadella.

Qué importante es el apoyo entre los que compartimos el trayecto, pues a cada paso uno de nosotros pasa a ser el que apoya a, de repente, ser el que necesita apoyo. Los tres componentes del equipo que hicimos (puesto que Carolina Zamora, gran atleta y sobre todo gran persona, se unió desde el kilómetro 20 a nosotros) entendimos perfectamente el sentido y sentimiento de la carrera y nos arropamos en todo momento.

El calor era insoportable pero el buen rollo lo superaba con creces, y sobre todo el sentir que ya estábamos acercándonos a meta. Los últimos kilómetros estuvieron cargados de sentimientos y compartíamos, incluso bonitos silencios.

Doblamos una esquina, un costarrón enorme nos esperaba, pero cuál fue la sorpresa al oír voces que nos animaban a lo lejos. ¡Era la meta! Llegamos arriba, giramos a la izquierda y meta. Entramos con lágrimas surcando el rostro, y al cruzarla nos abrazamos… ¡Habíamos dado la vuelta a la preciosa isla de Menorca!

Gracias Rai, gracias Carol, tendré un bonito recuerdo de vosotros cuando alguien me nombre Menorca.

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