Gran Cabalgata de Reyes
Imaginemos cosas imposibles, no digo cuántas, por no violentar la matemática imaginativa de cada uno.
En un país no muy lejano, con nombre de Villa llena, hubo una alcaldesa que dictó un bando que decía que todos sus ciudadanos debían recoger latas y vidrios vacío de Coca-cola para realizar una carroza con los envases reciclados y celebrar a lo grande la Cabalgata de Reyes, porque las arcas del ayuntamiento estaban tocadas con tantos proyectos en marcha. Todos los vecinos de la localidad tendrían en sus calles contenedores de vidrio y de latas para que la recogida fuera lo más rápida posible, pues las fechas navideñas estaban ya cerca. Los ciudadanos se afanaban en su tarea y haciendo honor al compromiso solidario del pequeño pueblo, los contenedores se llenaban sin demora. El bando hacia recordar a los comercios que participaran a gran escala, porque el que más aportara podría tener publicidad gratuita con pancartas a lo largo del recorrido, ya que en estas fechas el gentío toma las calles.
Se crearía una gran carroza con latas de Coca-cola por su colorido y porque nos recuerda a todos que contienen la chispa de la vida. Para su fabricación nada mejor que acudir a Perri (que lo tiene todo y todo), que con tornillos, clavos, destornilladores, silicona y sus empleados tan eficientes la construirían sin tardanza. Subirían a la carroza sus tres majestades venidas del oriente más lejano, con elegantes trajes que no sean los típicos de fiestas, con pajes que regalarían mazapanes, mantecados y los turrones blandos, sobras de esas fiestas, dejando de lado a los duros caramelos que se lanzan como proyectiles en busca de algún humanoide despistado. El reciclaje de latas dará un esplendor jamás visto y con los vidrios harán lámparas de araña de estilo victoriano que darán tanta vistosidad y luminosidad. Entre sus majestades encontraremos un rey negro de verdad, que de esa forma se ahorra pintura y de paso se integra a las personas de color. Esta carroza hecha de ilusión para los hijos del muy leal y noble pueblo Villa-llena será arrastrada por los mejores caballos de la famosa caballería de Pepita, gerente a su vez de la escuadra del brazo alado (como señas de identidad de sus queridas fiestas Patronales), con monturas bordadas en hilos de oro viejo. Acompañando la magnífica carrozael pueblo llano, podrían participar como pastores con su rebaño cantando alegres villancicos y que se dejen de radios.
Como va a quedar de lujo, la Señora Alcaldesa se puso en contacto directo con el jefe de Coca-cola para que vinieran a filmar todo como anuncio publicitario para su próxima campaña navideña. Que casi todo el pueblo haría de extra (que en esto tiene experiencia) y entre anuncio y cabalgata tendrían la cosa resuelta. Y así, como el que no quiere la cosa, se matarían dos pájaros de un tiro y con lo ahorrado la internacional empresa bien podían dar un donativo para la piscina cubierta. Todo el alumbrado de la carroza iría a cargo de la empresa Torcuato Hernández para recompensar que no se le adjudicara el alumbrado de arcos navideños y así todos contentos.
El recorrido empezaría a las puertas del colegio Cartesianos pasando por la calles Constitución y bajando por la Puerta Almansa. Haría parada en el Abeto gigantesco que adorna el cruce de calles. Sus majestades bajarían para depositar bajo el árbol los cuantiosos paquetes de los más necesitados, que esa noche es mágica hasta para los que no tienen nada el resto del año. La fiesta continuaría en el Pabellón Festero, dando como refresco botes de Cola-cola para rellenar las despensas vacías y reponer el consumado bien. Fiesta y jolgorio para despedir una noche tan especial.
Así acaba la historia del pueblo Villa-llena, que quiso cambiar la Cabalgata de Reyes Magos para que fuera la mejor del mundo mundial, dando a mostrar que allí se podía hacer cualquier cosa.