Había una vez un circo
Tan cierto como que Camilo Sesto no le toca nada al rey, es que el actual gobierno de esta Nación con su presidente (no electo) a la cabeza nos trae a los españolitos de a pie de la ídem con tantas rectificaciones de cuanto afirma que va a hacer. Se puede resumir en un "Hoy digo digo, mañana diré Diego". Actuaciones circenses para que intentemos adivinar por dónde y cuándo va a salir el conejo.
No es menester poner un payaso a las puertas del Congreso (bastantes hay dentro) arrojando alegremente confeti y lanzando a voz en grito cual cuevero el reclamo aquel de "¡Pasen y vean!". Basta con encender la llamada Caja Tonta o echar una ojeada a la prensa para comprobar que lo de decir Diego está a la orden del día. Pues el nota se desdice siempre de lo anteriormente dicho y nos deja a todos con cara de alelaos a la espera de entender algo. Ni por estas, tío.
Se podría proponer a ciertas cadenas televisivas de esas que gustan de programaciones cutre-bodrio a más no poder, un concurso en el que la audiencia tuviese que adivinar, a cambio de buen parné (si no que lo adivine su padre), cuál va a ser la rectificación del día siguiente. Nada fácil de conseguir visto lo visto.
En tiempos del censurado presidente anterior, cuando el actual estaba en la oposición, y en Babia bastantes veces también, todo era decir que actuara de tal o cual manera con los problemas más acuciantes por resolver. Entre ellos, claro está, velar por la unidad del país.
Pero ahora está apoltronado y con el culete bien pegado con buen pegamento al asiento para que no se lo quiten. Y para que esto no ocurra se tiene que transformar en otro títere del huido en Waterloo, cuya misión parece consistir únicamente en ir tocándole a España los mismísimos a fin de no perder protagonismo en un embrollo del cual es culpable él y toda la colla de arrimados a fin de sacar la mayor tajada de todo este cotarro.
Y como no hay bien que por mal no venga, éste que siempre lo será se va o no se va, ¿quién sabe? Lo dicho, y mientras tanto a Sánchez le siguen creciendo los enanos. Hasta más ver, pues. ¡Au!