Hace calor II (El Retorno de los Hombres del Tiempo)
En estos días arrivederci julio agosto enseña sus dientes colorados y el mercurio revienta en los termómetros. Las noticias rezuman de medusas y como si no estuviésemos capacitados para percatarnos de la realidad, un batallón bien entrenado, de mujeres y de hombres del tiempo, nos recuerda con mapas de colores sofocantes las provincias de España en las que hará calor y las otras en las que hará
más calor.
Rememoro otros años, por estas mismas fechas. Sucedía lo mismo. Y las conversaciones de ascensor eran las mismas. Y cuando te cruzabas con Martínez en la escalera comunitaria nunca sabías si Martínez subía o bajaba, porque Martínez es tan sibilino que disimula como nadie sus verdaderas intenciones hasta que aparece en sus redes sociales favoritas, emboscado en su seudónimo de artista, para opinar sin tapujos y sin respeto a la ortografía ni a cristo que lo fundó.
El año pasado, sin ir más lejos, en estos días de chiringuito y espaldas de cangrejo se sudaba (que era la noticia, noticia) y luego sucedían cosas sin importancia, como el rescate de las autopistas. Esas pequeñas cosas que indignan a l@s clientes de los bares hasta el punto de tener que pedirse otra cerveza. Anécdotas irrelevantes para los científic@s del face que aseguran que la marihuana es ilegal porque cura el cáncer, la depresión, la hipertensión, la anorexia y la hipotenusa y, en consecuencia, supone una gran amenaza para el negocio farmacéutico.
Así que aquí estamos de nuevo centrados en la ola de calor mientras algunos tipos que rebuznan por Benidorm en un idioma para el que los españoles no estamos diseñados genéticamente, obligan a un indigente enfermo y borracho a tatuarse en la frente el nombre de un amigo que se casa y encuentran a un tatuador dispuesto a hacerlo y a una community de paisanos bienintencionados que realizan una colecta para curar al pobre desgraciado y, de paso, demostrar que ellos, normalmente son buena gente y que el que no sepa aguantar una broma que se vaya del pueblo.
En las meditaciones de este ser o no ser de las transpiraciones, nos llega desde Italia el eco del afán justiciero de unos tipos que persiguen y apalean hasta la muerte a un hombre marroquí porque a lo mejor era un ladrón y a lo mejor llevaba un arma. La noticia de una joven atleta que, en el mismo país, es agredida por ser negra y mujer. Nos muestran en las redes sociales una foto con la cabeza abierta de un supuesto guardia civil agredido por unos inmigrantes en Ceuta que luego resulta que pertenece a un policía australiano. Y al tiempo que estrecha la mano de diez pobres negritos, un tal Casado, nos previene contra la millonada de inmigrantes irregulares que nos invadirán y nos quitarán el pan de la boca.
Mientras que nos cambiamos de camiseta resoplando, los constructores del odio (estos lo hacen por deporte) estarán levantando un nuevo muro con algún bulo en el que asegurarán que el senegalés que consigue llegar a España tiene vivienda gratis y un salario de dos mil euros o que tiene prioridad sanitaria o que todos los africanos se dedican a violar en grupo. Los albañiles del odio se dedicarán a expandir las falsedades porque el miedo paraliza su entendimiento (estos lo hacen por ignorancia). Los arquitectos del odio estarán diseñando fronteras con leyes que consoliden el reino de los mercados (estos lo hacen por avaricia).
Ahora veremos qué opina Martínez