Viéndolas pasar

He tenido un sueño

Les prometo que cuando me contaron que Santamaría, el concejal que duerme tranquilo aún sabiendo que los presupuestos que ha aprobado poco favorecen el desarrollo económico de la ciudad, había tenido un sueño… me eché a reir. En una primera reacción, lo lógico es culpar a la edad. No lo haré. No haré, como han hecho muchos socialistas con Fraga, recurrir a algo tan natural y valioso como es la edad y la experiencia de las personas.
No, no vayan a creer que estoy comparando a Fraga con Santamaría, existe una enorme diferencia entre Don Manuel y Don Jesús, la coherencia y es que Fraga defendía su tierra, Galicia, por encima de todo. Sana envidia tener dirigentes así.

Dentro del chiste del supuesto sueño de Santamaría, me he preguntado cien veces si cuando soñaba con una ciudad espléndida, veía una parada de AVE en algún lugar del término municipal de Villena. Si esa brillante ciudad que soñaba, tenía agua en abundancia merced a los trasvases que habían logrado que se dejase de esquilmar el contenido de nuestros acuiferos. ¿Tendría Villena, en ese sueño, mayor capacidad de endeudamiento? Y si a estas y otras preguntas, la respuesta es sí… sólo me queda por preguntarme (aunque la respuesta ya la conozco) ¿Quién gobernaba en el sueño de Santamaría? Ya ves lo que son las cosas, los sueños se cumplen… muchas veces se cumplen. Es probable que este sueño de Santamaría, un sueño que yo, lo confieso, también tengo con frecuencia incluso estando despierto, llegue a cumplirse el año próximo después de las elecciones municipales.

Dejando los sueños aparte, voy a recurrir a un viaje que realicé la semana pasada a Bilbao, y estableceré una curiosa relación entre las señales de tráfico de las autopistas y la existencia de un columnista y propietario de un blog de esos de Internet en el que uno escribe como quien habla ante un espejo. No diré su nombre, no daré de comer al ego de nadie, es más, lo menciono en esta ocasión y nunca más lo haré.

Acababa de recibir una llamada de alguien que me contaba que dicho columnista, seguía recordando mi seudónimo, una vez tras otra, primero insultando, después reprochando que soy yo quien le insulta. La verdad es que iba conduciendo por la R-3 autopista de pago de Madrid y estaba molesto. Es que mira que da rabia que la gente sea capaz de entrar insultando a saco a los demás y después tenga la desfachatez, el cinismo, de decir que son los demás quienes le insultan.

El columnista en cuestión, por cierto, aspirante a político, llamaba “trolls” a todos los que bajo seudónimo escribimos en los foros de los periódicos digitales o en columnas como esta que está leyendo. Llega a tal altura su creencia de estar por encima del bien y del mal que hasta al bueno de Ramón que firma con nombre y apellidos, lo pone verde, de bocazas o bocarán. Y lo más chocante es que a alguien que se ajusta a su propia definición de “troll”, Aureliano Buendía, lo acepta como “personaje de verdad”, si esto no es cinismo… venga Dios y lo vea.

En todo esto iba pensando cuando la relación con la autopista se estableció por sí sóla. De pronto encontré una señal de tráfico que en castellano decía “Peaje” y debajo de la raya, “Toll”. Creí leer Troll y entonces pensé que en realidad, ese cinismo no es más que el peaje que habrá de pagar para llegar a ser político y vivir de la política si así lo desea. ¿El columnista ? Roberto Alcazar y Pedrin... lo que son las cosas.

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