Historia contemporánea de los Oscar
Abandonad toda esperanza, salmo 502º
Aunque prometo que la semana que viene cambiaré de tercio, no podía dejar de dedicar una columna más a los próximos premios Oscar. Sobre todo porque me había dejado en el tintero a la que parte como favorita: El renacido cuenta nada menos que con doce nominaciones, y si ganase el de mejor película del año haría historia por ser la primera vez que un director consigue llevarse dicho galardón en dos años sucesivos. Recordemos que en la pasada edición Alejandro G. Iñárritu venció contra todo pronóstico a la favorita Boyhood con Birdman, su incursión (de momento fugaz) en el terreno de la comedia (aunque en el fondo fuese bastante amarga). A pesar de tratarse de un proyecto de encargo, con El renacido el mexicano ha vuelto por los derroteros tremendistas que caracterizan el grueso de su filmografía (recordemos las previas Amores perros, 21 gramos, Babel y Biutiful), al contarnos un caso real que ya dio lugar a un film anterior (El hombre de una tierra salvaje, con Richard Harris) y que más tarde fue recreado por el escritor Michael Punke en la novela que Iñárritu adapta en parte: se trata de la experiencia al límite vivida en la América de comienzos del siglo XIX por un explorador que, tras ser brutalmente atacado por un oso, es abandonado por los suyos a merced de las tribus nativas y de una naturaleza inhóspita tanto o más peligrosa que las anteriores. Al margen de las posibilidades de Iñárritu, que solo tiene en contra a sí mismo por haber triunfado en 2015, el que sí que hará historia pero si no le dan el Oscar de una maldita vez es Leonardo DiCaprio, que por su labor (espléndida, todo hay que decirlo) opta a esa estatuilla dorada por la que ha peleado tantas veces y siempre sin resultado. En cuanto al film, me parece un western hecho con oficio, muy bien fotografiado y excelentemente interpretado (ojo a Tom Hardy, también nominado pero como actor de reparto por su rol enfrentado al de DiCaprio), pero al que le pierden sus ínfulas de trascendencia y su imitación mal disimulada del estilo de Tarkovsky (uno de los ídolos confesos de Iñárritu) o el más reciente Terrence Malick. Y sí, yo llevaba razón la semana pasada: El renacido no pasa el Test Bechdel ni de lejos.
La que sí pasa dicho test con creces pero no se llevará el Oscar a la mejor película, básicamente porque pese a sus seis nominaciones no compite en dicha categoría, es Carol: cuando se anunciaron las candidatas, fueron varias las sorpresas en relación con el nuevo trabajo de Todd Haynes, habida cuenta de que todo el mundo la daba como una de las seguras favoritas tras haber cosechado menciones y comentarios excelentes por parte de todos los colectivos de críticos de Estados Unidos: ni la cinta aspiraba a ser considerada como mejor film, ni Haynes podría ganar el de mejor director. Pero todavía más sorprendió que nominaran a sus dos protagonistas, unas soberbias Cate Blanchett y Rooney Mara, en categorías distintas: actriz principal y secundaria respectivamente. El hecho de que esto se deba a razones de sobra conocidas -la productora considerará que la segunda tiene más posibilidades si no compite con su compañera de reparto-, no evita que, más incluso que en la sangrante injusticia de Alicia Vikander y La chica danesa, estemos ante un enorme despropósito: recordemos que Mara ya se llevó el premio a la mejor interpretación femenina del pasado festival de Cannes, y además aparece en pantalla, cronómetro en mano, tanto o más que Blanchett... Otra que, por cierto, tiene en sí misma y sus estatuillas por El aviador y Blue Jasmine a sus principales enemigas para triunfar de nuevo. Al margen de sus opciones de llevarse algún premio, hay que señalar que Carol está basada en El precio de la sal, novela semiautobiográfica que Patricia Highsmith tuvo que publicar en 1952 bajo seudónimo por tratar un tema entonces tabú (la homosexualidad femenina) y para no condicionar su carrera como escritora de novela policíaca: recordemos que había debutado dos años antes con Extraños en un tren, pronto llevada al cine de forma magistral por Alfred Hitchcock. Hablando de sus adaptaciones: Haynes puede presumir ya de ser uno de los que mejor ha trasladado a la creadora de Tom Ripley a la gran pantalla, lo que no es poco si lo hicieron antes que él René Clément, Wim Wenders, Claude Chabrol, Anthony Minghella o Liliana Cavani. Aquí, el autor de Lejos del cielo prosigue con su exploración de los terrenos del melodrama clásico jugando con las expectativas del público y mostrando todo aquello que directores como Jean Negulesco, William Wyler o Douglas Sirk se tenían que conformar con sugerir, pasado por el filtro de Ingmar Bergman y hasta alcanzar un final que se me antoja uno de los más emotivos de los últimos tiempos.
Para terminar, no puedo dejar de mencionar el caso de Anomalisa, que debería llegar hoy mismo a los cines de nuestro país: se trata de la nueva película de Charlie Kaufman, el guionista de marcianadas geniales como Cómo ser John Malkovich, Adaptation u ¡Olvídate de mí!, que para su segundo trabajo tras las cámaras se ha asociado con Duke Johnson en calidad de codirector. La película en cuestión, una historia intimista ambientada casi toda ella en un hotel donde transcurre una peculiar historia de amor, ha cosechado unas críticas excelentes allá donde se ha podido ver, pero pese a ello no cuenta más que con una nominación... como mejor película de animación. En efecto: Anomalisa es un film de animación, y ya se sabe que salvo muy raras ocasiones las cintas de estas características se tienen que conformar con competir únicamente en su categoría específica; además, en esta ocasión, Anomalisa se irá a casa de vacío porque compite con Del revés de la todopoderosa Pixar. No obstante, el film de Kaufman y Johnson juega en otra liga: está filmado con muñecos animados mediante la técnica de stop motion, y cuenta con tres espléndidos actores poniendo las voces a todos sus personajes: David Thewlis (que encarna al protagonista), Tom Noonan (que se encarga de dar voz a todos los personajes secundarios del relato) y Jennifer Jason Leigh, única integrante del equipo responsable del film -al margen del compositor Carter Burwell, nominado por la partitura de Carol- que podría llevarse un premio esa noche... aunque sería por otro personaje y otra película: la Daisy Domergue de Los odiosos ocho.
Pero esa es otra historia, que ya les conté hace un par de columnas. Y dicho esto, y dada la ausencia de los filmes de Haynes y Quentin Tarantino en la categoría principal, insisto en que Spotlight debería ganar el premio gordo de la noche. Como mucho, La gran apuesta. Aunque igual va Iñárritu y se lo vuelve a llevar él.
El renacido, Carol y Anomalisa se proyectan en cines de toda España.