Opinión

Historia y selectividad (Artículo de opinión)

De antemano cabe precisar que quien escribe es, sobre todo, un humilde profesor de Geografía e Historia en un pequeño Instituto de un pequeño pueblo de la provincia de Alicante. Sobre todo y poco más. Humilde profesor que sintiéndose algo incapaz precisa día a día refrescar sus conocimientos atendiendo algunos libros nuevos que sobre las materias que ocupan su docencia salen al mercado, también algún artículo de prensa diaria o de revista más o menos especializada o, ahora con las TIC, alguna página web que siendo de utilidad para el alumnado enmasillan de paso las carencias del profesor.
Hecha esta presentación que es advertencia para que los lectores no den demasiada importancia a las palabras que siguen, diremos que escribimos desde el desencanto producido por lo ocurrido en el último examen de Historia de la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad, tradicionalmente Selectividad) en la Comunidad Valenciana. Desencanto alimentado por experiencias anteriores también frustrantes. Y al respecto, lo primero que este humilde profesor tiene claro –y lo dice con compromiso de cumplirlo– es que en cursos venideros recomendará a sus alumnos, les insistirá, que por muy buena nota que merecidamente consigan en la asignatura Historia de España, incluso por mucho que les guste la materia, si no se les da mal la Filosofía, que opten por Filosofía. Para los lectores que no están familiarizados con la nueva Selectividad precisamos que en la PAU los alumnos pueden elegir entre examinarse de Filosofía o de Historia.

Pues bien, los míos que se olviden de la Historia. Que se la guarden para consumo propio. Tenemos esto claro porque no estamos dispuestos otro año más a ver cómo se vapulea a brillantes estudiantes de brillante expediente con un examen que tenemos la impresión de que los quiere, por un lado, más historiadores de lo que pueden ser y, por otro, más maduros intelectualmente de lo que también pueden ser. Peras al olmo, es que ha habido exámenes "preciosos" pero tan exigentes en saberes y juicios que difícilmente puede alcanzar un alumnado preuniversitario.

Quien escribe confiesa que ciertos contenidos históricos a analizar en dichos exámenes le apasionan, pero duda de que sus alumnos, por muy buenos que sean algunos, puedan paladear el placer de esa pasión. Bastante es con que dominen primero unos contenidos que a principio de curso muchos ignoraban sobre los que luego, posiblemente dentro de unos años, barajarán esas apasionantes reflexiones.

Por las características de mi centro de destino he tenido la suerte de con cierto alumnado poder trabajar desde Cuarto de la ESO hasta Segundo de Bachillerato. Esto es, tres cursos seguidos. Buena suerte para mí, posiblemente mala para ellos, esta experiencia nos permite administrar los contenidos gradualmente y, sobre todo, eso que llaman o llamaban habilidades y ahora, desde las impertinencias de pedagogos, competencias básicas. En definitiva, con algunos alumnos, hemos podido administrar contenidos y destrezas desde lo fundamental a lo más concreto. Pues aun así, pese a los progresos y positivos resultados de algunos de estos estudiantes, no suelen cuajar una buena nota en la prueba de acceso. Y no termino de averiguar la verdadera causa. No sé si será falta de claridad en la prueba porque parece que los exámenes, invitándoles a temas más propios de debate historiográfico que de estricto conocimiento, difícilmente pueden bordarlos.

Que levante la mano quien con 17 ó 18 años sea capaz de enjuiciar críticamente, sirva de ejemplo lo del año pasado, la "memoria histórica". O que levante la mano quien con esa edad sea capaz de reflexionar el cuándo del fin de la Transición española: ¿Ley para la Reforma Política y referéndum derivado de ella?... ¿Primer Gobierno UCD? ¿Fracaso del 23-F?... ¿Triunfo y primer gobierno socialista?... Fascinante, ¿verdad?... O quien desarrolle con conocimiento la cuestión dicotómica –constante intersecular– proteccionismo versus librecambismo en España. Que por ahí parece que iba la cosa de la opción 1 de este año. La de la polémica.

Y hasta pueda ser que todo sea, al fin y al cabo, mi incompetencia que deriva en esta manera enrevesada de ver las cosas; y a lo mejor en esa opción 1 de la polémica sólo se trataba de desarrollar un tema concreto, ese del temario que sólo pide hablar sólo de las "transformaciones económicas y cambios sociales en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX". Sólo. No lo sé. No lo sé porque ni siquiera se cumple lo hablado en reunión de coordinación al pedir específicamente en la pregunta el concentrarse más en el primer tercio del siglo XX. Pero pueda ser asimismo que este humilde profesor de Geografía e Historia en un pequeño Instituto de un pequeño pueblo de la provincia de Alicante, algo incapaz, no se entere.

Por Mateo Marco Amorós (profesor de Geografía e Historia, colaborador de EPDV)

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