Abandonad toda esperanza

Holmes revisitado

Abandonad toda esperanza, salmo 268º
Si hay algo que caracteriza a los clásicos, además de que resisten muy bien el paso del tiempo y pueden disfrutarse hoy igual que cuando fueron creados, es que soportan como nadie las adaptaciones, revisiones, pastiches, homenajes, parodias, secuelas y puestas al día. Y si hay un personaje que ha sido adaptado, revisado, homenajeado, parodiado y puesto al día, ese es Sherlock Holmes. De hecho, en esta misma columna ya les he hablado cuando tocaba del Holmes original de Arthur Conan Doyle, del de Guy Ritchie y hasta del de Jardiel Poncela. Y por ello, a la hora de que mis alumnos de ESO encaren la lectura de Estudio en escarlata, les he puesto la película El secreto de la pirámide, aquella maravillosa relectura de Holmes y Watson en clave adolescente que sigue siendo todavía hoy la mejor película de Barry Levinson, por encima de la oscarizada y mucho más facilona Rain Man.

De igual modo, no podía tardar mucho que el detective de Baker Street acabase enfrentándose a esas hordas de muertos vivientes que están tan de moda ahora; así ocurre en Victorian Undead, un cómic escrito por Ian Edginton y dibujado por Davide Fabbri. Tuve el placer de conocer personalmente a Edginton hace unos años, y me pareció el típico británico, con esa educación, esa formalidad y esa flema que después de dos copas (mías, no suyas) se nos antojan sosería e insulsez. Recuerdo que por aquel entonces presentaba Trazos escarlata, una magnífica obra también ambientada en la Inglaterra victoriana en versión steampunk, y ya hablaba de una adaptación muy personal de La guerra de los mundos de H. G. Wells. Así pues, estamos ante un rendido admirador de una época y una estética muy precisas que conoce el material que tiene entre manos y lo honra más allá de las libertades narrativas que se tome, por lo que los fundamentalistas del canon holmesiano no considerarán mancillada la tradición del personaje.

Con todo, si a alguien le parece poco respetuosa esta fusión, alucinen con la propuesta de Pierre Bayard en El caso del perro de los Baskerville: en este ensayo que a veces parece una novela, el autor de Cómo hablar de los libros que no se han leído le enmienda la plana al mismísimo Arthur Conan Doyle poniendo en tela de juicio la capacidad detectivesca del investigador y subrayando la desidia con la que un literato cansado de su personaje más célebre, y al que trató infructuosamente de liquidar, se enfrentó a la redacción de una de sus historias más populares. El resultado es un tratado de técnica literaria tanto como un trabajo de investigación policial, en la línea de los que este escritor reconvertido en detective privado ya realizó a partir de El asesinato de Roger Ackroyd de Agatha Christie y, ahí es nada, el Hamlet de Shakespeare.

Pero, claro está, para disfrutar de estas irreverencias más o menos arriesgadas como se merece hay que conocer el material original, y la edición anotada de Leslie S. Klinger nos pone en bandeja el mejor modo de hacerlo: al volumen que recoge las cuatro novelas de Holmes que ya les recomendé en su día se une ahora el primero de relatos, que incluye las más de veinte historias que constituyen la etapa inicial del personaje en las páginas de Strand Magazine. Una delicia no ya solo para los seguidores del detective más famoso de todos los tiempos, sino para cualquier amante de la literatura popular.

Victorian Undead, El caso del perro de los Baskerville y Sherlock Holmes anotado. Relatos I están editados por Norma, Anagrama y Akal respectivamente.

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